Capítulo 34: Tercera Parte.

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Mismo día del capítulo anterior antes de la medianoche, desde la perspectiva de otros personajes

"El paraíso de un loco, es el infierno para un sabio”.

—Thomas Fuller.

Carter Harrintong.

Estrés.

Intentaba destensar mis hombros, pero se me dificultaba.

Veía a Lilieth regañar a Kaethleen por no estar usando el vestido que ella le había indicado para hoy.

Kaethleen se mantenía en un estado pensativo comiendo su cereal mientras ignoraba a Lilieth.

Tal vez no se percataba de lo enfadada que estaba Lilieth o quizás sí y no le importaba.

Oír los gritos de Lilieth me estresaba más.

Apreté los dientes para no exaltarme y pedirle que se callara de mala manera.

La cabeza me dolía por la mala noche de ayer y escuchar sus quejas, maldiciones y gritos insultantes me tenían al borde de la exasperación.

Destiny; la madre de Diane preguntaba por ella.

Cassandra; la madre de Emiliane le pedía cambiarse de igual manera y Lilieth seguía alzando la voz cada vez más.

Diane se había quedado hablando con Thomas, no se veía muy feliz de hacerlo.

Emiliane y Kaethleen vinieron a desayunar conmigo, River y Paxton.

Ninguno contó con que sus madres y la de Diane iban a estar intolerantes hoy, todo por un dichoso anuncio que haría Lilieth.

Lilieth inhalaba y exhalaba con molestia, Kaethleen comía con tranquilidad pasando de ella.

Destiny intentaba relajar a Lilieth que se veía a punto de soltar algún golpe por su estado de ebriedad y la molestia que tenía, Cassandra se mantenía como un escudo entre los puños de Lilieth y Kaethleen.

Lilieth gritó una parrafada de insultos de nuevo hacia Kaethleen haciéndome perder la paciencia por como se expresaba de ella.

Eché la silla hacia atrás con fuerza y molestia.

River la volteó a mirar colérico, dijo algo, pero mi voz se escuchó con más fuerza.

—¡Solo es un puto vestido! ¡Ya cállate! ¡Maldita sea! —  grité irritado.

Su voz se repetía torturando mi cabeza, me tenía harto.

Kaethleen me negó lentamente con la cabeza, Emiliane abrió los ojos, Paxton dejó caer la cuchara en su plato de cereal y River suspiro de alivio.

—Gracias — dijo River — Ya estaba cansado de oírla gritar.

Lilieth soltó aire por la nariz y abrió la boca de nuevo, pero la interrumpí.

—A nadie le interesa escuchar tus gritos — dije — Si forjas tanto de ser un adulto educado lo que tengas que decir puedes hacerlo sin gritar o en tu oficina, no en un jodida sala donde todos tus invitados te escuchan y tu hija desea desayunar en paz por un maldito día de su vida, ¡Ya deja de ser insufrible! — exhale aire agotado — ¡No te fumaría ni Rixton de lo intolerable que eres!

Los dientes de Lilieth rechinaron, sus ojos eran de un pozo azul oscuro fuerte, cuando deberían ser marrones.

—No te metas en asuntos ajenos, Harrintong — dijo Lilieth.

Tonnevill: El legado de los 7. (Condenados 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora