Capítulo 41

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"Escribía sobre una amistad solida, fuerte, leal y casi perfecta sin tan siquiera haberla rozado. Idealizaba actos esperando a qué alguien algún día los hiciera por mí, cuando la realidad es qué no ocurrirían así 

—Scar. (@Strangespace_16 )".

Paxton Haugen.  

Sentía mis latidos desorbitados. 

Hoy, como pocas veces, me daba cuenta del sobreprotegimiento repentino que había adquirido mi madre de un tiempo hacía acá, cuando pasó de literalmente ignorarme hasta enviarle mensajes a mis amigos para saber por qué estaba con ellos. 

Control. Era lo que buscaba, cuándo volví a retomar la amistad con mis seis amigos lo perdió, lo quiso de vuelta, pero cuando se dio cuenta ya era tarde. 

Mi escapada de casa iba bien, la verdad no. Iba para la putisíma mierda. 

—Guarda ya el teléfono — susurre a River. 

En cualquier otro momento, si una persona me dice que cuando se enteró que su madre era sinónimo de "Una judas" al estar fuera de casa y debía escapar de allí, le hubiese rociado con agua a la cara si me dijera que volvió del lugar dónde quería escapar. 

Pero en este caso era importante. Mis cosas y las de River estaban aquí, al igual que el pergamino con la profecía, el cofre y los libros que River se había traído que eran escritos por su madre. 

—Thomas dice que su padre está en coma — dijo River en voz baja leyendo su teléfono. 

Asentí. ¿Pues qué esperaban ellos que sucediera? Luthier le taladro la cabeza, por pura suerte de ser sobrenatural no había muerto.

—¡Debemos irnos! — impuse en murmullos. 

—Dijo que tenía que buscar el libro de mi madre, creo que lo tengo. 

Le ayudé a buscar el dichoso libro entre las cosas que se llevaba y logré dar con él. De tonalidad azul, con una mansión en el bosque prendida fuego por dentro, se titulaba "Tonnevill: El legado de los 9". 

¡¿Cómo rayos dejaron a Clarissa escribir cuentos para niños?!  

—Aquí está — dije— Vámonos, Cayena llegará dentro de nada y Peter se despertará. 

River asintió y juntos nos propusimos salir de casa en silencio. 

Me dolía el pecho. 

Sentía la fragmentación de nuevo. 

Ni siquiera quería llamarla mí madre. 

Tantos años burlándose de cómo me dolía, sabiendo qué ocurría y no se limitó, no la detuvo, todo el daño que me hizo y pudo seguirme haciendo no le importó, ni siquiera por yo venir de ella. 

Me dolía dejar a mí padre sin decirle, pero no podía confiar en él, no sabía si trabajaba para ella y no podía arriesgar a River y Hades. 

Me sentía destrozado de nuevo. Las únicas personas que llegué a pensar como salvación al hacerme acudir a ayuda profesional, eran las mismas que me causaban el daño que me enviaba a terapia. 

Hades esperaba en su auto impaciente. River y yo corrimos hacía él, subimos y a penas al cerrar las puertas Hades lo puso en marcha. 

—En el portavasos, Emiliane les dejó unos brazaletes, dijo que ustedes entenderían. 

No entendía. 

Tomé uno de los dos brazaletes y me los coloqué. 

—También dijo que registren sus datos en la aplicación, para que cuando activen la emergencia, el brazalete encienda el gps, la cámara y el audio. 

Tonnevill: El legado de los 7. (Condenados 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora