Capítulo 32: Segunda Parte.

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"Conocer a un amigo de verdad es quedarse unido a él en el espacio y el tiempo durante quinientos años"

—Dicho budista.

Caleb Bleedwoods. 

—¿Cómo me trajiste hasta aquí? —  pregunté.

Había adjudicado un significado literal a la idea de perdernos en el bosque, justo ahora ni ella sabía qué camino tomó. 

—Me dijiste qué tomará la ruta más interesante del mapa — murmuró.  

Relamí mis labios. 

—Kaethleen, tus direcciones asustan.

Delante nuestro había un castillo que simulaba ser una mansión, cada ventana se veía abierta desde lejos. 

Estaba abandonado, las enredaderas de hojas estaban alrededor de él, las estatuas que estaban por pilares se notaban destruidas y descuidadas. 

—¡Ni siquiera estamos en el bosque, Caleb! ¡Nos sacaste de ahí! — reclamó. 

—¡Porque tú me dirigías! — exclamé.

—Pero no hasta aquí, yo nunca he estado aquí — dijo Kaethleen — ¡Ésta estructura ni siquiera está en el mapa actual de Tonnevill! 

Kaethleen estaba bajo estrés.  

Observó el antiguo mapa del pueblo confundida. 

—¡¿Dónde estamos?! — exclamé. 

Kaethleen abrió los ojos exageradamente y pidió silencio en una onomatopeya. 

—¡¿Por qué me callas?! — grité. 

—¡Shhh! — exclamó de nuevo. 

Kaethleen guiaba su dedo en el mapa confundida. 

—Es la zona prohibida — dijo, volteó a verme enojada — ¡Yo te dije a la derecha! 

—¡No! — exclamé — Tú dijiste, hagamos algo ilegal, ve a la izquierda. 

Ahora comprendía que deseaba ir a la zona prohibida.  

Kaethleen bufó. 

—¡¿Por qué me haces caso?! — chilló. 

Abrí la boca ofendido. 

Una reja rodeaba toda la estructura, tenía un aspecto algo lúgubre por la niebla que lo cubría. 

—Se supone que todas esas estructuras se destruyeron hace mucho tiempo, ¿estás segura que nunca habías venido? — preguntó. 

—Completamente, no entiendo como sigue de pie — susurró. 

—¿Por qué está en la antigua zona prohibida? — pregunté. 

—¿Acaso yo debería saberlo? — cuestionó. 

—Es que la antigua zona prohibida fue dónde encarcelaron al brujo McElven y el guardián que traicionó al resto — respondí — No entiendo por qué hay una mansión aquí.  

Kaethleen demostraba tener muchas ganas de gritarme. 

—¡¿Por qué rayos no me lo dijiste?! — exclamó — Si te digo qué deseo ir a la zona prohibida y tú sabes lo qué ocurrió, ¡¿por qué decides hacerme caso?! 

—¡Pensé qué lo sabías! — me defendí — Además, ¿por qué desear venir a un lugar prohibido? 

—El instinto me lo dijo — respondió. 

Tonnevill: El legado de los 7. (Condenados 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora