Capítulo 30

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"Uno es dueño de lo que calla, y esclavo de lo que dice."

—Freud. 

Paxton Haugen.  

El frío se colaba a pesar de que todas las ventanas estaban cerradas y la calefacción del instituto encendida, el clima era insoportable. 

Odiaba el frío. 

Subí la cremallera de mi pantalón recibiendo la mirada acusadora de Clare, la profesora de francés. 

Hace un momento estábamos bien, ahora parecía no querer verme. 

Decidí terminar de vestirme en silencio, la verdad no era muy bueno leyendo el lenguaje corporal y no quería enfadarla más. 

—Entonces vas a pretender que esas marcas fueron accidentales y no estuviste con alguien más — dijo decepcionada. 

—Esa es la única verdad — respondí intentando sonar calmado.

Las quemaduras en mi pecho eran muy visibles, le había mentido diciendo que tuve un accidente ayudando a mis padres, pero Clare seguía insistiendo en que me había acostado con otra persona que tenía un fetiche con la cera caliente y dicha persona quemó mi piel. 

Una idea bastante atípica para discutir y creer que estoy con alguien más. 

—¡No me mientas, Paxton! — exclamó — también tuve tu edad. 

Solo Jesús y tú misma saben qué cosas extrañas hacías a mi edad. 

—¡Pero no te miento! — exclamé — Fue un accidente. 

No fue un accidente, mucho menos ayudando a mis padres, lo único cierto es que no hubo sexo de por medio. 

Gracias a Dios. 

Me coloqué el chaleco del instituto, quité el pestillo de la puerta de la sala de profesores. 

Clare sollozo. 

—No puedes venir aquí, mentirme, follarme y luego largarte como si yo no fuese nada — dijo. 

—Yo no pienso que eres nada, tampoco te he mentido — dije. 

—Para ti sólo soy la mujer con la que follas y puedes engañar ¿No? — inquirió. 

Relamí mis labios para hidratarlos a causa del frío. 

Apreté mis dientes comenzando a molestarme. 

—Estás a punto de casarte y desde el principio dejaste claro que no teníamos una relación más allá del sexo, no entiendo tu punto ahora — dije. 

—¡Te digo que no me mientas si te acuestas con otras personas! ¡No que dejes de hacerlo! — exclamó.  

—Pero no te he mentido, además, recientemente me dijiste que estás comprometida hace meses, no tienes moral para reprocharme si he mentido — dije. 

Su palma abierta intentó llegar a mi mejilla con una bofetada, pero logré tomarla a tiempo. 

La bajé con calma y lentitud. 

Los entrenamientos con Caleb y Rixton me habían desarrollado reflejos que antes no tenía. 

—¡Eres un gran idiota! — gritó. 

—¡¿Entonces soy idiota cuándo te digo la verdad?! — me quejé. 

Sus ojos azules dejaban ir las lágrimas con facilidad. 

A Clare le molestaba que le mintiera acerca de las quemaduras, a mí me molestó que no me dijese sobre su compromiso. 

Ninguno tenía la razón y no quería discutir. 

Tonnevill: El legado de los 7. (Condenados 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora