Capítulo 58

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Patrick habría esperado que después del beso que le dio a Madison todo se hubiere solucionado, principalmente porque en un principio Madison no lo apartó, pero apenas pasó el impactó del primer contacto, ella lo había empujado y se había marchado a su departamento.

No obstante, Patrick no había dejado de buscarla. Había estado pegado a ella todos los días, observándola ultimar los detalles finales para su exposición.

Patrick tuvo que reconocer que era doloroso estar cerca de ella y no poder tocarla, pero aguantaba pensando que pronto podría hacerlo y, aunque ella no hablaba mucho, él se ocupaba de llenar todos los silencios. Se vaciaba ante ella, tal y como le había prometido.

Le contó a Madison los primeros años de universidad. La ansiedad que sintió al dejar solo a su padre al marcharse tan lejos, aunque era obvio que había estado bien cuidado. La tristeza que lo envolvió cuando la enfermedad de su padre se hizo tan palpable que su hijo pasó a ser un extraño.

Madison escuchaba en silencio, sin hacer comentarios, apenas asintiendo con la cabeza o abriendo los ojos desmesuradamente, sin poder evitarlo, cuando le sorprendía lo que le narraba.

Como cuando le contó cómo es que había retomado el contacto con su madre, Janice, quien había pasado meses enviándole correos sin que Patrick se hubiere tomado la molestia en siquiera leerlos, hasta que Madison había regresado a Field of Angels, para que, después de que ella volviera a Nueva York, se decidiera por fin a ver de nuevo a su madre.

Patrick quería hacerle entender a Madison que ella había influido en él en todo, que lo había hecho querer ser mejor, pues solo de esta manera podía merecerla, aunque parecía que sus esfuerzos pasaban desapercibidos.

Esa tarde, Madison picaba distraída la ensalada que comía, hasta que Patrick comenzó a hablar de sus novias de la universidad.

—Era demasiado celosa. No habría durado, aunque era guapa. Tenía unos ojos verdes preciosos...

—¿En verdad me vas a hablar de tus ex novias?

Patrick se encogió de hombros.

—Pues sí.

—No quiero saber de tus ex novias, Patrick. No tienes por qué contarme todo.

Cuando Patrick le dedicó una sonrisa, Madison se dio cuenta que solo la estaba provocando, forzándola a participar en la conversación.

—Solo quería asegurarme de que me estabas escuchando.

—Créeme, es imposible no escucharte —Madison volvió a picar su ensalada, si bien no probó bocado—. Yo también tuve algunos novios en la universidad. ¿Quieres que te cuente sobre ellos?

A Patrick se le borró la sonrisa de los labios y Madison se sintió satisfecha.

—Tengo una hermana, ¿sabes? —soltó Patrick de la nada.

—¡¿Qué?!

El cambio tan radical de tema descolocó a Madison.

—Tiene once años. Se llama Kaily. La conoceré en unos días. ¿Se te hace extraño?

Patrick lucía emocionado y a Madison la envolvió una sensación de pesadumbre.

—¿Del segundo matrimonio de tu madre? —atinó a decir.

—Sí. Hasta ahora no sabía que tenía una hermana. Me parece irreal.

Madison se quedó callada.

«Una familia», pensó. «Patrick tiene una familia. Una madre. Una hermana. No está solo. ¿Qué tengo yo?».

—¿Madi? —Patrick la estaba llamando, al parecer no había escuchado lo último que dijo—. ¿Estás bien?

—Sí —Madison se obligó a sonreír.

—¿Estás nerviosa por lo de mañana?

Al día siguiente se inauguraba la exposición de Madison en el Met.

—Un poco nerviosa.

Patrick sintió una opresión en el pecho. Un mal presentimiento.

—Necesito descansar un poco, Patrick.

—Claro —Patrick se levantó y se dirigió hacia la salida—. Te dejaré descansar.

Madison lo acompañó hasta la puerta y Patrick se detuvo en el umbral.

—¿Quieres que mañana pase por ti para acompañarte al Met? —se atrevió a preguntar.

—Frank Hall me llevará —respondió Madison sin mirarlo, pero alzó la vista cuando agregó: —Y preferiría que tú no estuvieras ahí.

Patrick inspiró entre dientes.

—No entiendo, Madi...

—Es bastante simple. Es un día importante para mí y no sé si te quiero ahí —soltó ella, tal vez, con demasiada brusquedad.

—Lo que tú quieras, Madi —respondió Patrick y, no obstante que parecía que diría algo más, se dio la vuelta y salió a la calle.

A unos pasos de su auto, Madison le dio alcance y Patrick sintió que de nuevo el aire llegaba a sus pulmones, pero el alivio desapareció al instante.

—Quizá sea mejor que dejes de aparecerte por aquí —agregando en un susurro: —No voy a cambiar de opinión, Patrick.

En esta ocasión, Patrick no respondió, subió a su auto y se perdió en el tráfico de las calles.

OTRA OPORTUNIDAD PARA EL AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora