Martha encontró a Madison en el mismo lugar donde la había dejado Patrick, cuando Madison la vio corrió a abrazarla y siguió llorando en tanto Martha trataba de reconfortarla.
Sus pinturas colgaban de las paredes de la habitación de su abuelo como evidencia de que había estado equivocada, de que había decidido mal. ¡Cuánto tiempo había perdido alimentando rencores!, éstos la habían alejado de su familia, de quien realmente era y de su hogar.
Miró a Martha buscando respuestas y no tardó en formular las preguntas necesarias.
—No justifico que Patrick te haya ocultado lo del testamento, Madison —le aseguró Martha— pero no me sorprende que tu abuelo haya decidido incluirlo. Es verdad que tu abuelo quiso mucho a Patrick.
Madison se limpió las lágrimas con el dorso de la mano, podía entender que James Taylor hubiera decidido dejarle algo de su fortuna a Patrick, después de todo era su dinero, sus propiedades, pero ¿por qué Patrick le había mentido? La única razón plausible era por su relación con Andrea Patterson.
—¡Me duele tanto que Patrick me haya mentido!
—Lo entiendo, Madison, pero quizá si hablas con él...
—¡No quiero hablar con él! —gritó Madison—. No hay nada ya que pueda decirme. Ha jugado conmigo de la manera más vil, Martha, y tuve que enterarme de todo por su prometida.
Martha no pudo ocultar su sorpresa.
—¿Prometida?
—Sí, Andrea Patterson.
—¿Por qué dices que es su prometida?
—Porque ella me lo dijo.
—¿Cuándo hablaste con esa mujer?
—Esta mañana. Ella me trajo la copia del testamento.
Martha no daba crédito a lo que oía.
—Bueno, no deberías confiar en lo que dice esa mujer, no es una persona muy de fiar...
—Tiene el anillo que era de la abuela de Patrick, Martha —aclaró Madison antes de volver a echarse a llorar y entonces Martha no supo qué replicar.
—Pero ¡cómo se atrevió! —dijo al final indignada.
—Según Andrea, se comprometieron antes de que yo regresara a Field of Angels. Planeaban irse lejos, pero con lo del testamento, los planes cambiaron.
—No entiendo a Patrick —señaló Martha sin aún creerse del todo lo que le decía Madison, simplemente no le parecía lógico, conocía a Patrick lo suficiente como para saber que amaba a Madison y que jamás le entregaría el anillo de su familia a una mujer como Andrea Patterson, pero entonces ¿cómo ella lo había obtenido?
—Yo tampoco lo entiendo.
—Quizá deberías descansar un poco, Madi —se le notaba dolorida y Madison se tocó la cintura como si de repente se acordara de sus costillas lastimadas.
—Sí, dormiré un poco.
Martha la condujo a su habitación y esperó hasta que se durmiera para dejarla sola.
* * * * * * *
Cuando Patrick regresó a Field of Angels ya anochecía, había pasado toda la tarde en el pueblo dando vueltas, pensando en qué decirle a Madison para que lo perdonara. Sentía una angustia en el pecho que se acrecentaba a cada minuto y sabía que no pararía hasta que arreglara las cosas con ella.
Estacionó su camioneta en la parte trasera de la casa y entró por la cocina, en donde Martha lo esperaba.
—¿A dónde vas? —le dijo apenas lo vio.
—A dónde crees —respondió sin detenerse, pero Martha se interpuso en su camino.
—Tienes que dejarla descansar. Te recuerdo que hace apenas un par de días sufrió una caída que la dejó muy lastimada.
Patrick dudó.
—Tengo que hablar con ella.
—¿Para qué? —le reprochó Martha—. ¿Para hacerla llorar? ¿Para hacerla sufrir más de lo que ya la has hecho sufrir?
—Es que tiene que entender.
—¿Tiene que entender qué, Patrick?
—¡Qué me destruyó cuando me abandonó!
Martha le dedicó un gesto de lástima que hizo que Patrick desviara la mirada.
—Ay, Patrick, no has aprendido nada. Tú también tienes que deshacerte de todo el rencor que llevas a cuestas.
Patrick se sentó en un banco y apoyó los brazos sobre la mesa de la cocina.
—¿Crees que me perdone? —y agregó: —¿Algún día?
—¿Por qué no le dijiste lo del testamento?
—No lo sé. ¡Por estúpido!
—¿Y qué hay de tu prometida? —preguntó Martha y Patrick alzó sorprendido la cabeza.
—¿Qué prometida?
—¿Andrea Patterson?
El desconcierto de Patrick se hizo evidente.
—Andrea Patterson no es nada mío.
—No fue lo que le dijo a Madison.
—¡Maldita bruja! —soltó Patrick, no se le había cruzado por la cabeza que hubiera sido ella la causante de tanto lío.
—Y tiene el anillo de tu abuela —agregó Martha para hacer bullir por completo la ira de Patrick.
—¡Qué carajo!
—¿Entonces no tienes nada que ver con ella?
—¡Claro que no!
Martha suspiró aliviada.
—Voy arreglar esto hoy mismo —Patrick se levantó con paso decidido y salió por la puerta.
—¿A dónde vas? —alcanzó a preguntar Martha.
—Voy por Andrea. Tendrá que decirle la verdad a Madison.
—¿Ahora?
—Cuanto antes mejor.
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OTRA OPORTUNIDAD PARA EL AMOR
RomanceDISPONIBLE YA EN AMAZON EN VERSIÓN KINDLE, PASTA BLANDA Y PASTA DURA. ESCENAS EXTENDIDAS. Se despidió con una nota que dejó en su habitación. No pudo decírselo de frente y mirarlo a los ojos. Tenía dieciocho años y no sabía como expresar con palabra...