Capítulo 35

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CAPÍTULO 35

«Todo parece un sueño», pensó Madison. Iba caminando con Patrick por las calles de Philipsburg: una tarde de domingo sencillamente maravillosa. Sentía el suave apretón de la mano de Patrick envolviendo la de ella y percibía el aroma de la crema de afeitar que Patrick usaba cada mañana. Fijó sus ojos en el contorno de su mandíbula, en sus labios, en su cuello. Patrick le dedicó una sonrisa.

—Si sigues mirándome así te tomaré en brazos y te llevaré a casa para hacerte el amor.

Madison se sobresaltó, la plaza de Philipsburg estaba a rebosar de gente y temía que alguien los hubiera escuchado, cuando estuvo segura de que no era así al fin le devolvió la sonrisa a Patrick.

—¿Es una promesa?

Patrick la miró divertido.

—Lo es.

El rubor se extendió por el rostro de Madison y Patrick la atrajo hacia él para abrazarla. Le dio un beso en la frente y la soltó, poniéndose de repente serio.

—¿Quieres un helado? —preguntó.

—Sí, de café, vamos…

—Yo voy por él, quédate aquí.

Madison lo vio alejarse. Por un momento se sintió extrañada y se preguntó si algo malo pasaba. Se dijo que no, y alejó de su mente cualquier rastro de duda.

Patrick entró en la heladería, le indicó a la dependienta lo que quería y se recargó de la puerta de entrada, en apariencia tranquilo, pero sus ojos iban de un lado a otro, recorriendo toda la plaza. Al fin encontró lo que buscaba. La mujer que lo miraba se acercó a él sin vacilación.

—Hola, Patrick.

—¿Qué es lo que quieres, Andrea? —preguntó, haciendo caso omiso al saludo.

Ella soltó una carcajada.

—Sólo saludar, ¿o no puedo?

El creciente fastidio de Patrick era evidente.

—¿Planeas seguirnos toda la tarde? ¿Crees que no me doy cuenta?

—Soy libre de ir a donde yo quiera, Patrick —Andrea puso cara de fingida inocencia—. No estoy siguiendo a nadie.

—Sí, claro —dijo él con sarcasmo.

—¿A qué le temes? ¿A que le diga algo a ella?

—No puedes decirle nada que no sepa ya.

Andrea titubeó, por un momento se sintió perdida, pero poco duró.

—¿Ah, sí? Entonces no te molestará que me acerque a Madison y…

Patrick la sujetó del brazo.

—Te lo digo muy en serio, no te le acerques.

De un tirón, Andrea se soltó del agarre de Patrick.

—¿Y qué me vas a hacer? ¿Cómo lo vas a impedir?

—No estoy jugando, Andrea. ¡Ni siquiera la mires!

Patrick dio por terminada la conversación y comenzó a alejarse.

—Vas a regresar —dijo ella—- Siempre regresas.

Él le dirigió una última mirada y de repente se sintió asqueado, era tan distinta a Madison, no había punto de comparación. Hizo un gesto negativo con la cabeza y Andrea pasó de la calma a la furia, pero Patrick hizo caso omiso y se dirigió a donde estaba Madison. «Todo estará bien», pensó, tratando de calmar la angustia que se le había acumulado en el pecho.

—¿Pasa algo malo? —preguntó Madison apenas lo vio.

—No, sólo que… ¿Te gustaría que fuéramos a casa? ¿Quizá ver una película?

Era obvio que algo iba mal, pero Madison no insistió, tomó a Patrick de la mano y le dio un ligero apretón.

—Vamos a donde tú quieras —respondió.

«Todo parece un sueño», volvió a pensar Madison. «Tal vez demasiado bueno para ser verdad».

OTRA OPORTUNIDAD PARA EL AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora