Madison decidió marcharse de Field of Angels la misma noche en la que Patrick hizo su aparición junto con Andrea. Estaba harta ya de tanto drama y lo único que quería era un momento de paz, y sabía bien que si no se marchaba de Field of Angels no lo conseguiría.
Inclusive había descuidado su trabajo y le quedaba apenas un mes para terminar con las pinturas que quería que formaran parte de la exposición en el Met, así que, a pesar de que le dolía marcharse, quedarse no era una opción, pues eso también la lastimaba, y, por el momento, su prioridad era ella misma.
Le dejó instrucciones a Martha para que todo lo que había pintado hasta el momento fuera empaquetado y enviado a Nueva York, después se despidió prometiéndole que no perdería contacto con ella y subió a un taxi con los ojos llenos de lágrimas.
Lo primero que hizo fue decirle al taxista que la llevara al cementerio. Una vez allí, depositó las flores que ella misma había cortado del jardín de Field of Angels en cada una de las tumbas de sus seres queridos y, en ese momento, se hizo la promesa de que volvería, a pesar de que por su abrupta partida perdiera su derecho sobre Field of Angels y quedara todo en manos de Patrick, ella volvería, esta vez, no se olvidaría de sus raíces.
Después de acudir al cementerio pensó en ir directamente a la Terminal de autobuses, pero estaba segura de que apenas Patrick descubriera su ausencia, ese sería uno de los primeros lugares en los que la buscaría, y quería evitarse un drama más, así que, sin pensarlo demasiado, le pidió al taxista que la llevara a Drummond, estaba segura que allí le ayudarían y así fue.
Aunque a Edmund Rochester le sorprendió verla, de inmediato se puso a su disposición. Era obvio el estado de ánimo de Madison, aún tenía los ojos hinchados de tanto llorar, pero Edmund se portó como un caballero y no preguntó qué es lo que le había sucedido, se limitó a escuchar los deseos de Madison y se ofreció a ayudarla.
Así que, en esos momentos, Edmund conducía por la carretera para llevar a Madison a una pequeña pista de aterrizaje de donde podría partir a Missoula en una avioneta propiedad de la familia Rochester, y ya allí, poder tomar un vuelo comercial que la llevaría a Nueva York.
Casi todo el trayecto, conversaron educadamente, principalmente sobre la hacienda, y ya cuando estaban a punto de llegar a su destino Madison cambió radicalmente la conversación.
—Edmund —comenzó—. Realmente lamento mucho cómo me porté contigo.
—¿A qué te refieres?
—Ya sabes, por lo de la noche del baile.
Edmund le dirigió una mirada relajada.
—Madison, no tienes nada de que disculparte. Yo te dejé allí y ni siquiera te ofrecí una explicación.
—Ya, pero tuviste una urgencia, una urgencia falsa.
—¿Entonces te estás disculpando por lo que hizo Patrick?
Madison enrojeció.
—La verdad es que no me hizo gracia la bromita de Patrick, pero en su defensa, sólo trataba de conquistar a la mujer que ama, así que, a fin de cuentas, no le guardo rencor —y le dirigió una mirada a Madison antes de continuar—. Quizá yo debí hacer lo mismo.
—Edmund, yo...
—Tranquila, Madison, hace mucho que lo entendí. Simplemente no estabas lo suficientemente interesada, por decirlo de algún modo, y eso está bien, conmigo no estabas obligada a nada, eso ya es pasado —sonrió antes de continuar hablando—. ¿Te confieso algo?
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OTRA OPORTUNIDAD PARA EL AMOR
RomanceDISPONIBLE YA EN AMAZON EN VERSIÓN KINDLE, PASTA BLANDA Y PASTA DURA. ESCENAS EXTENDIDAS. Se despidió con una nota que dejó en su habitación. No pudo decírselo de frente y mirarlo a los ojos. Tenía dieciocho años y no sabía como expresar con palabra...