Capítulo 55

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CAPÍTULO 55

Patrick llevaba casi media hora afuera de la casa de Madison. La esperaba recargado de la puerta principal, con la chaqueta del traje al hombro y la corbata desanudada. Sentía las palmas húmedas, aunque se repetía mentalmente una y otra vez que no estaba nervioso.

Cuando vio que un automóvil negro se acercaba soltó un improperio y se tapó la boca con la mano, como si alguien lo hubiere alcanzado a escuchar.

Madison descendió del vehículo y el corazón de Patrick comenzó a latir apresuradamente. Se enderezó y esperó pacientemente a que Madison notara su presencia, pero ella estaba ocupada buscando las llaves en su bolso.

—Carajo —dijo ella y el bolso se le escurrió entre las manos cuando levantó la vista y se percató de que Patrick la esperaba.

El avanzó hacia ella y se agachó a levantar el bolso, hurgó en él y sacó las llaves, tendiéndoselas a Madison. Patrick notó un ligero temblor en su mano cuando sus dedos rozaron ligeramente los de ella.

Madison no dijo nada, ignoró a Patrick y se dirigió hacia la puerta, pero no logró abrirla, así que Patrick le quitó las llaves y abrió la puerta sin problemas.

Ambos se quedaron en silencio, entonces, sin mediar palabra, Madison entró, y dado que no cerró la puerta, Patrick la siguió al interior.

Una escalera estrecha conducía a la segunda planta, en donde se abría un espacio lleno de ventanales. La luz de las farolas se filtraba al interior, mostrando un departamento tipo loft y elegante.

Había una pequeña cocina, una televisión apostada en una de las paredes y un par de sillones apostados enfrente. Había varios cuadros también en las paredes y una puerta al fondo —al parecer una recámara— a la que Madison se dirigió mientras iba encendiendo las luces, para salir después descalza ya sin los tacones que llevaba puestos.

Aún sin dirigirle la palabra, Madison se dirigió a la cocina y se sirvió un vaso de agua, vació el vaso de un solo trago y entonces lo miró.

Patrick enmudeció, de repente su mente quedó en blanco. Madison ya no parecía nerviosa, aunque un ligero temblor en su barbilla la delataba.

—Me gusta la decoración —comenzó Patrick para ganar un poco de tiempo—. Creo que ese es mi cuadro favorito —dijo sin señalar a ningún cuadro en particular.

—¿Hablas francés? —preguntó Madison.

Patrick la miró. ¿Esa era la primera pregunta que le tenía?

—Un poco —respondió—. James insistió en que aprendiera, también hablo un poco de portugués.

—¿Por qué no me dijiste que hablabas francés? —el tono de Madison denotaba molestia.

—¿Es realmente eso lo que quieres preguntar?

Madison cerró los ojos y recargada de la encimera se quedó inmóvil.

—No sabía que seguías teniendo trato con tu madre.

—Es algo reciente.

—¡Pero ella te abandonó! —señaló Madison abriendo los ojos.

—Lo sé.

—¿Entonces qué haces con ella? ¿No tienes orgullo?

—He tenido mucho orgullo, Madison, quizá demasiado, y no me ha servido de mucho. Ahora estoy empezando a creer en las segundas oportunidades —y añadió mientras se frotaba la cabeza—. No sé, quizá sea porque yo también quiero una segunda oportunidad.

Madison lo miró a los ojos apenas un instante para después fijar la vista en el suelo.

—No te quiero aquí, Patrick —afirmó y Patrick sintió que se le iba el alma a los pies.

—Lo sé, pero aún tengo la esperanza de que cambies de opinión.

De repente los ojos de Madison se anegaron de lágrimas y cuando Patrick quiso acercarse a abrazarla ella levantó una mano para detenerlo.

—Por favor vete, Patrick —y Madison agregó sin atreverse a mirarlo—. Y por favor no vuelvas.

El silencio volvió a apoderarse de la habitación. Patrick se dirigió hacia la salida, cabizbajo, y antes de descender las escaleras se detuvo.

—No —dijo—. Volveré mañana.

—¡Te he dicho que no quiero que vuelvas!

Patrick miró a Madison antes de marcharse.

—Lo sé —y repitió—. Pero aún tengo la esperanza de que cambies de opinión.

OTRA OPORTUNIDAD PARA EL AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora