Capítulo 21

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CAPÍTULO 21

Madison se acercó a la silla donde descansaba Isaac Evans. Los ojos del hombre brillaban y la miraban con añoranza. Se acuclilló frente a él y tomó una de sus manos, la notó demasiado delgada entre las suyas y él le dio un suave apretón. A su espalda, la mujer rubia se había quedado muda.

—Hola, señor Evans.

—Madi, no sabía que vendrías.

Una sonrisa surcó el rostro del padre de Patrick. Las arrugas se hicieron más visibles en sus rasgos. Madison lo observó atenta, buscando signos de su enfermedad, sólo que no sabía qué buscar. Se giró y pudo ver como la recepcionista se alejaba.

—Fue una visita no planeada. Espero que no le moleste.

—Por supuesto que no. ¡Es agradable tenerte aquí!

Por un momento, Madison no supo que más decir, fue Isaac Evans el que rompió el silencio.

—Este verano será muy caluroso. Me gustan los veranos así. Podríamos ir a nadar al río. ¿Recuerdas cuando de niños los llevaba a Patrick y a ti? A Patrick le daba miedo acercarse mucho a la cascada, tú eras más audaz, pero una vez que lo hacías, Patrick tenía que hacerlo también. No podía quedarse atrás.

Isaac Evans soltó una carcajada.

—¡Era tan tímido! —continuó, poniéndose de repente serio—. Cuando lo trajo su madre a vivir conmigo no tenía idea qué iba a hacer con él. Creía que no podría ser un buen padre, sobre todo si recordaba como corrías tú cuando apenas me veías. Me tenías mucho miedo, así que pensé que si asustaba a una niña con sólo mirarla, bien podría asustar a mi propio hijo.

—Yo no le tenía miedo —mintió Madison.

Isaac Evans volvió a reír.

—Nunca has sabido mentir, Madi. ¡Claro que me tenías miedo! ¿Cuántos años tenías cuando llegué a Field of Angels? ¿Cuatro? ¿Cinco?

—Tenía cuatro años.

—Eras una niña encantadora y me recordabas mucho a mi hijo. ¿Sabes que pensé que jamás volvería a verlo? Su madre y yo no terminamos en muy buenos términos, la hice sufrir mucho, siempre me he arrepentido de eso. Yo era mayor que ella y nunca la comprendí del todo, además en esa época yo no era… —dudó, buscando la palabra adecuada—. Yo no era… buena persona.  

Se quedó callado, con la vista fija sin mirar a nada ni a nadie en especial. El jardín se extendía frente a ellos, todo quietud y silencio. A Madison le extrañaba que el padre de Patrick le hablara de su vida antes de llegar a Field of Angels, nunca lo había hecho. Él giró la cabeza hacia ella, como recordando de repente que estaba a su lado.

—No sé por qué te cuento estas cosas —dijo—. No se lo digas a Patrick, ¿quieres? Él no recuerda nada de eso, creo… No debe tardar en llegar.

Madison se asustó y se puso de pie. ¿Patrick tenía planeado visitar a su padre precisamente ese día? Seguramente la mataría si la encontraba allí.

—¡Está muy emocionado con el baile de primavera!

La sorpresa fue evidente en el rostro de Madison.

—¿El… baile de primavera? —repitió, pensando en que quizá había escuchado mal.

Madison recordaba bien ese baile, había tenido lugar hace más de diez años. Lució un vestido azul turquesa que le llegaba hasta los tobillos y enmarcaba su silueta. Patrick la había besado por primera vez en ese baile.

—Lo acompañé a Silverville a escoger un buen traje. Descuida, se verá muy bien.

Madison no supo qué decir. Sólo sintió como sus ojos se anegaban de lágrimas.

—¿Por qué lloras?¿También estás nerviosa? No comprendo por qué.

Isaac Evans la instó para que volviera a agacharse. Madison se hincó y el hombre le acarició el rostro con el dorso de la mano, limpiándole de paso las lágrimas que había derramado.

—Él está enamorado de ti, ¿sabes? Hasta un ciego se daría cuenta. Mi hijo te quiere muchísimo, Madi.

—Yo también lo quiero mucho a él —dijo Madison.

—Entonces no tienes por qué llorar.

Madison asintió.

—Tengo que irme, señor Evans.

Volvió a ponerse de pie, sentía un nudo en la garganta. No podía seguir llorando allí. Necesitaba calmarse.

—¿Ya? Si acabas de llegar. ¿No esperarás a Patrick?

—Acabo de recordar que papá quería que le ayudara con algunas cosas. No puedo quedarme.

—Está bien, no hagas enojar a tu padre.

Madison se acercó y le dio un beso en la mejilla.

—Prometo que vendré a verlo pronto —se despidió.

Volvió sobre sus pasos, sintiendo una tristeza que le dificultaba respirar. Cuando estuvo en recepción otra mujer la estaba esperando. Era una mujer de unos cincuenta años, vestía un pantalón de vestir azul marino y un suéter grueso de lana.

—Señorita Taylor, ¿quiere acompañarame? —dijo, apenas la vio.

Madison ni siquiera se sorprendió cuando la llamó por su nombre, siguió a la mujer a una oficina sin poner ninguna objeción. Seguramente Patrick estaría ya enterado de su visita y él les habría informado que no tenía ninguna hermana. ¡Lo que le esperaba apenas regresara a Field of Angels!

OTRA OPORTUNIDAD PARA EL AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora