Capítulo 32

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Odette Payne

Pierre ha actuado extraño desde que pisamos Paris, está frío o quizás distante, su nueva actitud me recuerda a cuando recién nos conocimos, estoy descubriendo que posee dos personalidades, una divertida y amable y otra seria y directa del tipo que diría "Deshagámonos de la tensión" como si no fuera algo importante y como si es lo que acostumbra a hacer con todas, la verdad aunque muera mi orgullo por aceptar algo así no me importa porque lo deseo demasiado, pero tengo miedo de ser decepcionada porque yo jamás he confiado así en alguien, nunca me he entregado a alguien nuevo solo por el gusto de hacerlo, nunca me gustó nadie tampoco y Pierre me gusta mucho, su acento ya no me molesta y me he acostumbrado a su voz ronca la que ahora parece una melodía, me gusta que me hable al oído y su tacto incluso cuando me toca la punta de los dedos.

Le sostengo la mirada mientras comienzo a mover mis caderas lentamente sobre él, me intriga lo que hará. De repente pienso que es solo otro sueño del cual despertare en cualquier momento, pero Pierre debajo de mi es demasiado real mientras me acaricia, veo sus tatuajes que en realidad no son tantos. Me inclino para besar la golondrina sobre su corazón, deslizo mi lengua por su pectoral hasta llegar al círculo a medio terminar en su hombro en donde lo muerdo. Comienzo a bajar besando sus abdominales, quiero besar cada uno de sus tatuajes.

Sostengo su brazo y deslizó mi lengua por el hasta llegar a su mano.

—Me encantan tus manos tatuadas. —Me meto sus dedos a la boca y su mirada se torna negra de lujuria —. Úsalas bien. —Pongo su mano entre nosotros y hacia mi interior.

La chispa crepitante de placer dentro de mí se extiende por todo mi cuerpo en cuanto me toca con una sabiduría que no quiero preguntar en donde adquirió.

—Bésame en los labios —pide.

—No me pidas que te bese ven y hazlo.

Su mano que estaba en mi muslo haciendo presión sobre su erección abandona mi piel y me sostiene firmemente la cabeza tirándome del cabello para obligarme a besarlo, el beso es lento y suspiro mientras nuestras lenguas bailan en la misma sintonía, lo estoy disfrutando, pero su agarre en mi cabello me molesta.

Me echo para atrás. —Suéltame.

—No. —Se mantiene firme.

—¿Cómo que no?

—Golpéame.

«Espera ¿que?» Me quedo confundida un segundo, pero no lo pienso dos veces y le doy una cachetada, descubro que me gusta hacerlo y lo hago de nuevo.

Me devuelve la mirada cargada de un deseo animal, sus pupilas nunca estuvieron tan dilatadas y sus facciones jamás estuvieron tan duras contraídas en una mueca perfecta de placer contenido.

Sin aviso y de un movimiento preciso Pierre me deja abajo y va de nuevo a saborearme, el parece fascinado mientras me toca y acaricia como si estuviera en la gloria y yo pienso que de verdad estoy en ella cuando le demuestro lo mucho que me gusta con pequeños gemidos agudos y desesperados.

Cuando miro hacia abajo solo veo su cabello negro perdido entre mis piernas y sus manos extendidas sobre mi estomago acariciando mis senos, creo que moriré, como aquellos viejos que sufren un infarto cuando la excitación es demasiada, jamás había experimentado esto; cada nervio de mi cuerpo parece responder a Pierre, mis músculos se tensan y mi espalda se arquea buscando aliviarme del dolor placentero depositado en mi vientre hasta que sin aviso se aleja de mi justo cuando estaba tan cerca del clímax, se pone de pie provocando que una angustia crezca en mi pecho.

—¿Adonde vas? —Pregunto cuando lo veo caminar en bóxer por la habitación.

Él es tan alto, su cuerpo está tonificado, pero no es una nube de músculos, simplemente es perfecto, con ese aire despreocupado, con su piel blanca que contrasta con mi piel trigueña y con ese cabello un poco largo alborotado.

Disfraz De Ángel [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora