Capítulo 23

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Odette Payne

La vista de mi balcón es bastante amplia; por un lado está el bosque, en esa dirección mi piscina y por otro lado se puede ver claramente la entrada de la mansión de Adam. Veo salir dos autos desde el estacionamiento subterráneo, uno tras de otro, y luego de tal vez quince minutos veo volver el LOGONDA de Adam. Él tiene muchos autos, pero ese es, en definitiva su favorito, por eso cuando baja de él y comienza a darle patadas a las puertas y a tirar por completo los espejos retrovisores, me sorprendo.

Por más que intente no logra romper los vidrios, así que toma una roca y la lanza contra el parabrisas con todas sus fuerzas, pero este solo se triza. Adam se está haciendo daño mientras continúa golpeando el auto con sus manos.

Bajo las escaleras de prisa, corro por mi casa para salir por detrás, y luego corro hacia la casa de mi amigo.

—¡Adam! —grito para que se detenga.

Él continúa lanzando patadas al auto, golpeando los vidrios y gritando airoso. Está cegado, no me ve, no me escucha. Se acerca a buscar unas rocas detrás de los arbustos con formas de animales, toma una grande.

Yo lo observo parada, estática, él se mueve sin reparar en mi presencia, vuelve a lanzar la roca contra el parabrisas, esta vez con tanta fuerza que doy un pequeño salto del susto, ahora si logra romper el vidrio en mil pedazos que caen como nieve alrededor del deportivo. Me acerco a él con cuidado de no pisar el vidrio roto en el asfalto, yo voy descalza.

Adam permanece de espaldas a mí, lo veo levantar el puño para volver a golpear las ventanillas, pero corro a abrazarlo por detrás antes de que dé el golpe.

—Adam, por favor. —suplico.

No me gusta abrazar a las personas, no me gusta querer a las personas, papá siempre me dijo que el amor era debilidad, pero no puedo evitar querer a Adam. Él es todo el amor que yo conozco.

Aún rodeando su cuerpo con mis brazos, siento como su respiración se calma, su pecho comienza a subir y bajar de una forma más pausada, y de pronto brota un llanto de sus ojos que me asusta ¿que le ha pasado, por que actúa así? cae de rodillas y yo con él.

Oigo sus sollozos con mi cara pegada a su espalda.

—Perdóname. Odette —dice—, perdóname por ser un idiota.

Toma mis manos en su estomago y deshace el abrazo para voltearse y verme a la cara.

Su rostro está completamente golpeado; su nariz sangrante, su ojo morado y su mejilla con un corte, el está muy herido y me lastima verlo así.

—No quiero que nos distanciemos —continúa hablando—. No puedo perderte, Odette, eres todo lo que tengo.

Adam siempre dice eso, siempre dice que yo lo soy todo para él y quiero pensar que de verdad él es todo para mí, pero yo no estoy segura de eso. Aunque lo quiero, no me siento cómoda con sus actitudes, lo entiendo, pero no puedo evitar desear que cambie y eso es imposible, la gente no cambia, yo lo sé bien.

—¿Qué pasó? —Pregunto limpiándole las lágrimas.

—Le supliqué que no me dejara, fui tras ella, pero me pidió que la comprendiera. —Le dificulta hablar—. Y no pude ser tan egoísta, la dejé ir, Odette, y jamás volveré a verla.

Su expresión es de derrota, sus ojos cargan tristeza y su cuerpo está abatido, se que se refiere a su madre, fue ella quien se fue, vi su auto salir y no la culpo. Jamás culparía a aquella mujer, supongo que hizo lo que pudo, pero con un esposo como el señor Jackson era imposible que ella resistiera toda la vida.

Disfraz De Ángel [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora