Capítulo 47

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Odette Payne

Me duele ver a Adam en este estado pero estoy feliz de que esté con vida, al abrazarlo su cuerpo musculoso me envuelve en un manto de calidez familiar.

Estos días han sido una tortura, he pensado constantemente en que él no despertaría y la angustia me mantenía intranquila.

—Lo lamento tanto, Adam. Esto es mi culpa.

Me besa en la frente. Sus ojos están llenos de ojeras y cansancio.

—No, tú me salvaste. Evitaste que muriera desangrado haciéndome ese torniquete —dice con sus manos a ambos lados de mi cabeza—. Además lo único que estaba en mi mente mientras estuve en coma fuiste tú, tus recuerdos, nuestro árbol, tu trepándolo y yo escribiendo nuestros nombres en él, me apegue a aquel recuerdo hasta el final.

Mientras él estaba en coma yo estaba con Pierre, vine a visitarlo en muchas ocasiones y espere su despertar con añoranza cada día. Pero también estuve teniendo mucho sexo y ahora me siento culpable por ello.

—¿Viniste con Pierre?

—Sí.

Su expresión cambia, parece tenso pero de alguna manera deja eso a un lado y toma mi mano.

—Ryan me dijo lo de tu padre, lo lamento.

—Sí, ha sido difícil. Tengo muchas responsabilidades ahora y me siento presionada.

De pronto entra Pierre, saluda a Adam, hay una mala vibra entre ellos tangible. De verdad desearía que se llevaran bien. Invento una excusa para dejarlos solos, pienso que tal vez podrán hablar y resolver sus problemas, pero para cuando vuelvo veo a Pierre largándose y apenas entro nuevamente en la habitación de hospital veo unos vidrios en el piso junto a un charco de agua.

—¿Qué pasó? —Dejo los cafés sobre una mesilla y voy a recoger los trozos de vidrio.

Adam se pone de pie tras de mí y me hace parar.

—No hagas eso, Odette. ¡No toques los putos vidrios!

—Dijiste que estabas intentado controlarte, ¿Qué sucedió entre ustedes?

Me obliga a ponerme de pie y luego vuelve a recostarse en la cama, parece abatido.

—Actúe a la defensiva.

Dejo los vidrios en el pequeño basurero a un lado de la puerta y voy a recostarme a su lado. Nos miramos en silencio un rato, usualmente lo obligaría a decirme que sucedió realmente, pero está más volátil de lo normal y lo entiendo.

Observo su pierna vendada. —¿Qué te dijeron los médicos?

—Cojearé unas semanas y deberé usar muletas. Se fue a la mierda Stanford.

—Lo lamento. —Me siento realmente culpable por esto.

Él estaba entusiasmado por jugar en el equipo de Stanford y era una buena oportunidad.

—Está bien, mi padre me presionó con ello, supongo que podré hacer otra cosa ahora.

—Sé que amas el fútbol y formar parte de un equipo, no digas eso para hacerme sentir mejor.

Sujeta mi mano para tranquilizarme.

—Jugaré el segundo semestre, necesito trabajar en mí mismo de todos modos.

Disfraz De Ángel [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora