Disfraz De Ángel [1]

Capítulo 49 [FINAL]

Odette Payne

Él está sentado leyéndome en el sofá de la biblioteca de mi casa, mi cabeza descansa en su regazo. De vez en cuando me lanza una mirada furtiva para ver si estoy prestando atención.

Se detiene en la última página del libro y pregunta—: ¿Qué crees que pasará al final?

—Pip tendrá un final trágico sin duda.

—Que pesimista. Y, ¿qué quieres que pase?

—Quiero que Pip se quede con Estella, ella es distante pero en el fondo lo ama.

Pierre sonríe con suficiencia.

—Eres una romántica de closet —dice antes de seguir leyendo

Su voz y su acento es tan familiar que, no podré acostumbrarme a no oírlo. Me concentro en la trama porque después de todo Grandes Esperanzas es el libro favorito de Pierre y no cualquier persona te lee su libro favorito.

Lee la última oración y el final me sorprende y gusta en igual medida, siempre que se trata de libros antiguos pienso que el final será desdichado pero los protagonistas sí quedan juntos.

Pero Pierre me explica que este es el final feliz pues el libro tiene dos finales.

—¿Y qué piensas?

—Entiendo porque es tu libro favorito.

Pierre ve la hora y dice—: Son las diez de la noche, deberíamos ir a dormir, mi vuelo sale a las siete.

Por primera vez en días alguno de los dos se atreve a mencionar el vuelo o su partida. Por alguna razón hemos evitado el tema a toda costa, resulta doloroso para ambos.

Simplemente asiento y vamos a mi habitación. Su maleta está hecha y sobre ella yace su pasaporte y boleto de avión con rumbo a Francia.

Volverá a Paris y cumplirá su sueño de ser jinete, yo estudiaré la carrera de derecho en Yale. Nunca me gustó esa profesión pero quiero intentarlo por papá. Después de todo amo discutir y si no me gusta siempre puedo cambiarme a segundo semestre y ceder mi poder a Edwin en el bufete de abogados.

Me pongo un camisón de seda blanco y me recuesto en el colchón, Pierre se me une, él solo usa bóxer para dormir.

Admiro sus pocos tatuajes, solo tiene cinco, una golondrina en el pectoral izquierdo, una polilla en la mano del mismo lado, letras en sus dedos que conforman la plana Vent, me dijo que fue el nombre de su primer caballo, un círculo sin terminar en el hombro derecho y un pez Koi en su antebrazo izquierdo.

Trazo las figuras disfrutando el poder tocar la calidez de su piel.

—Te extrañaré —dice.

—También te extrañaré.

Nos acercamos lentamente en busca del beso, intento disfrutar la exquisitez de sus labios sin despegar los míos de ellos mientras me siento en cuclillas sobre su regazo. Aún cuando mi mente y corazón agonizan por la idea de no tenerlo a mi lado, mi cuerpo lo desea.

Hacemos el amor y entre gemidos y sudor mis ojos se cristalizan, pongo mi antebrazo sobre ellos para cubrir mi llanto estúpido pero Pierre lo quita, me limpia las lagrimas con sus pulgares y me besa de nuevo.

Siempre pensé que estaba rota, que era incapaz de amar pero Pierre tenía razón. Lo amo tanto ahora que no me reconozco a mí misma.

Aún recuerdo cuando hablamos por primera vez en aquel restaurante. Él me miró con desagrado y estoy segura que también lo hice, su físico me atrajo enseguida pero, no lo acepté ni para mí misma.