Laura Slim
Estamos de pie frente a la clínica, nunca he sentido tanto miedo e incertidumbre en mi vida como en este momento, todo dentro de mí es como si fuera a explotar, mi respiración está agitada, mi cerebro golpea mi cabeza, pero debo hacerlo, no puedo ser madre, no quiero traer un bebé al mundo, no a esta edad.
Odette y Elle toman mis manos mientras caminamos hacia la entrada. Estoy tan nerviosa que quiero vomitar y aunque no me siento del todo bien con esto, sé que es la decisión correcta, es la única decisión. Nunca pensé que estuviera embarazada, siempre he sido muy responsable con este tema, recuerdo que cuando perdí mi virginidad a los quince años de inmediato comencé a tomar mis pastillas sin falta todos los días a la hora debida. Claro que era difícil conseguirlas por temas de edad, pero tampoco era muy complicado pedirle a una chica de último año que las comprara por mí.
Siempre me ha gustado disfrutar del sexo de forma segura, yo no soy de las que tienen retraso y padecen de sustos de embarazo cada dos por tres. No, jamás me había sucedido antes y si no fuera por ese idiota de Matt que olvido ponerse condón y bueno culpa de las malditas estadísticas que me acogen con su 1% como la puta excepción no estaría entrando por la puerta de una clínica de aborto.
Una parte de mí se pregunta qué ocurriría si tuviera a este bebé ¿Qué sería de mí? Estoy segura que mis padres se decepcionarían, pero me apoyarían finalmente, pero ¿qué hay de Matt? Le arruinaría la vida: su sueño es jugar en las grandes ligas del fútbol y un bebé solo sería un freno. Tal vez podría cuidarlo yo sola sin decirle jamás, me creo lo suficientemente capaz, ¿pero qué hay de mis propios sueños? siempre he querido ser parte de la milicia y estudiar ciencias crimínales, además, no soy lo suficientemente madura, y mi plan siempre fue tener hijos luego de los treinta, preferiblemente adoptados.
De camino al mostrador me armo de valor, debo, no. Tengo que hacer esto: tengo 8 semanas de gestación y no puedo permitir que el feto siga creciendo. Investigué esto antes de venir y este es el procedimiento que prefiero, ya que podría hacer un aborto vía oral, pero tengo miedo de que eso le de un golpe de hormonas a mi cuerpo demasiado agresiva o peor: que no funcione y mi bebé nazca enfermo por mi culpa. Dios, ni siquiera sé si puedo llamarlo bebé, solo son células, células que podrían ser un bebé... derramo algunas lágrimas, pero la presencia de mis amigas me tranquiliza.
—¿Tiene hora? —pregunta la mujer sentada en el mostrador.
—Si, la pedí esta mañana por llamada. —digo nerviosa.
—Deme su nombre.
Le doy mis datos y ella me entrega algunos folletos informativos, los leo mientras camino a la sala de espera y me siento en una de las filas de sillas rosas de platico.
—Deja de llorar niña. —me dice una mujer.
—No estoy llorando. —aclaro.
—Si, solo llueve por tus ojos. —dice sarcástica.
—Eres joven, es la decisión correcta. —me dice.
—Temo estar equivocada. —me sincero.
—También tengo miedo, pero mira el mundo en el que vivimos es una decisión sabia. —dice.
Con todas mis fuerzas espero que esta mujer tenga razón.
La mujer se inclina en su asiento a modo de confidencialidad. —Estoy esperando el hijo de un hombre que no me ama. —Confiesa en un susurro algo cómico, me doy cuenta de que intenta ser graciosa.
Me río ligeramente y no por obligación, realmente me causa gracia. —Yo solo tuve sexo casual. —digo luego de imitar su lenguaje corporal y no se por qué, pero siento confianza en ella, creo que estamos sintiendo la misma sensación de desasosiego en este momento y es una buena aliada para sincerarse.
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Disfraz De Ángel [1]
Teen FictionLa estudiante estrella de un colegio privado es striper a escondidas y está a punto de conocer a su prometido. El padre de Odette es un hombre frío, su madre murió al darla a luz. Ella no sabe amar, suena triste, pero no lo es, eso no le importa, no...