Las primeras luces de la mañana pintaron el cielo con su completa magnificencia y esplendor. Todo a su alrededor estaba sumergido en un completo silencio, únicamente con la canción del viento sonando en sus oídos.La ciudad estaba dormida, al igual que la mujer que sostenía entre sus brazos. No podía recordar cuándo fue la última noche libre de pesadillas y monstruos acechando en la oscuridad de su mente.
Justo ahora, él se sentía el hombre más feliz del maldito mundo.
Justo ahora él no era un rey, sin responsabilidades, sin títulos o guerras.
Justo ahora él solo estaba feliz.
Se recostó entre las almohadas y depositó un tierno beso al frente de ella antes de levantarse de la cama con cuidado de no despertarla. Buscó sus pantalones en el suelo y se ajustó la camisa de forma descuidada para cubrir sus cicatrices.
Se acercó hasta el balcón y la brisa fresca le golpeó el rostro, alborotando sus rizos sueltos mientras su vista se perdía en las vistillas de la ciudad. Meereen era la ciudad más hermosa que sus ojos habían explorado. Era una esencia completamente nueva, pero al mismo tiempo familiar. La influencia de Valyria se desbordaba por las edificaciones, y el solo podía sentir aquella influencia entrar en su mente como un viejo hogar.
Llevó su mano hasta su abdomen y trazó una las cicatrices delicadamente. Nunca había hablado con nadie de aquella experiencia.
La muerte.
Todas las sensaciones y sus recuerdos se habían quedado con él, sumergidos en su mente como una memoria perdida.
Suspiró y cerró los ojos, llenando sus pulmones con el aire fresco de la mañana. A pesar de que ahora se encontraba sereno, jamás dejó que sus sentidos dejaran su aleta, por lo que escucho la puerta de la recamara abrirse lentamente.
- ¿Dany?
Sus palabras quedaron atascadas en su garganta mientras se miraban el uno al otro en completo.
Él estaba parado allí, sosteniendo una figura de madera en su mano derecha y vistiendo ropa de seda que sólo dejaba al descubierto sus pequeños dedos de los pies y los rizos de cuervo completamente revueltos.
Ellos solo se miraron en silencio.
- Aegon. - Susurró Daenerys.
El pequeño pareció volver al mundo real y corrió hasta la cama para lanzarse sobre su madre.
- ¡Mami!
Daenerys estaba desconcertada. Los recuerdos de la noche anterior regresaron a su mente como una avalancha, y se debatía entre la realidad y sus sueños. Sin embargo, cuando observó a Jon ingresar a la recamara en completo silencio, con incredulidad y sin apartar la mirada de ambos, ella se dio cuenta que la noche anterior no era un sueño.
Aegon se abrazó al cuerpo de su madre mientras los ojos de ella estaban en los de su Jon, y sus manos acariciaban los rizos del pequeño.
Con el sonido de la puerta Jon apartó su mirada. Una hermosa joven vestida con sedas de color celeste apareció y mostro sus respetos con una reverencia.
- Majestad - Dijo Missandei
Las palabras no lograban formarse correctamente en la mente de Jon mientras observaba a la joven.
-Puedes pasar.
Eso es lo único que logró formular mientras sus ojos regresaban hacia la cama.
- Disculpe, Majestad – Dijo Missandei – No note cuando el príncipe dejo su recamara tan temprano.
Daenerys asintió.