Miró la costa en un silencio insoportable incluso para sí misma. Asfixiada y fatigada. Sudando por el aire caliente que se filtraba por la tela de su vestido delgado.Nuevos barcos llegaban cada mañana con especias, telas, jarrones y joyas. Todo era tan parecido a su hogar que si no fuera por el olor podría jurar que ella aún seguía en King's Landing, viendo los barcos atracar en el puerto a través de su enorme ventana.
Podía sentir todo tan vivo en su piel que nada de aquello le parecía un recuerdo. Si cerraba los ojos ella todavía estaba en casa, y Jon aún la abrazaba por atrás y dejaba besos a lo largo de su cuello.
Solo le dolía el alma. Cada segundo que respiraba era como si un cuchillo entrara en su corazón. Estaba sola. Por cuánto tiempo deseó estar realmente lejos de todos y ahora solo deseaba volver.
Pero todos se habían ido.
Ella estaba sola y así se quedaría por un al menos por un tiempo.
Bajó la mano en acarició la pequeña curva que estaba sobresaliendo en su vientre.
Mi pequeño dragón.
Lo único que le quedaba en el mundo. El recuerdo de su amor entreno estaba creciendo dentro de ella. A penas podía sentirlo pero aún así le gustaba contarle sobre su padre, sus abuelos y toda la familia que les fue arrebatada.
Se levantó el camisón y miró nuevamente en el espejo para ver si había un cambió. Ella ya amaba a su pequeño pero necesitaba siguiera siendo un pequeño al menos hasta que finalmente el plan de Illyrio dió resultado.
Volvió a acomodarse el vestido y salió de la habitación. Está mañana un ejército de guerreros Dothraki llegó a las puertas de la ciudad y ahora se reuniría en busca de un trato por su servicios.
Ella era lo bastante inteligente para saber que esto se trataba de un arreglo matrimonial, sin embargo había una historias detrás de todo esto que ella estaba dispuesta a averiguar.
- Illyrio.
El magister Illyrio Mopatis. Un hombre tan elocuente con sus palabras como el viejo Varys. Estaba segura que tenía conocimiento que ella se encontraba con vida. De hecho estaba segura que todos en King's Landing tenían ese conocimiento. El único cuerpo que nunca se encontró fue el suyo.
Sus ojos querían abrirse nuevamente. No estaba segura de cuanto tiempo había pasado y tampoco podía recordar mucho pero el olor a sangre seca era lo que inundaba sus fosas nasales.
Daenerys Targaryen abrió sus hinchados poco a poco adaptándose a la copa luz que había a su alrededor.
El lecho sobre el que reposaba no era muy cómodo y apestaba a sangre y sudor. Poco a poco pudo notar que se encontraba en el camarote de un barco, el barco en el que se supone que ella y Jon viajarían hacia el norte.
- Al fin despertó, su majestad.
Daenerys giró su cuerpo en dirección de la voz, encontrándose con un hombre de cabello marrón, joven y vestido con ropas de cuero y con el acento de Bravoos. Ella estaba por hablar cuando otro hombre, con las ropas parecidas apareció por la puerta con una jarra de agua en la mano.
- Para su real majestad - Dijo el hombre sarcásticamente
-¿Quienes son ustedes - Preguntó Daenerys más molesta que asustada.
Ellos se miraron entre sí.
- ¡¿Quienes son?! - Gritó
- Nos pagaron por protegerla. A usted y su esposo.