Capítulo cincuenta y tres

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Sentir sus dedos sobre su delicada piel fue una combinación de calor, igual a una quemadura o parecida al deseo. Sea lo que sea que su mente lo lograba identificar, él podía darse cuenta al ver sus ojos. 

- No me alejes hoy - Suplicó Jon cerca de sus labios - Si voy a morir al menos quiero sentirte por última vez. 

Abrio los ojos como platos dispuesta a la lanzar una pregunta, pero antes su esposo se apoderó de sus labios, paseando sus manos delicadamente por su rostro mientras limpiaba las lágrimas traviesas que comenzaron a salir de sus ojos. 

Ella no podía hacer esto. 

Él lo podía hacer esto. 

Aún están casados, son todo y al mismo tiempo ya no son nada. 

Ella resistió lo más pudo, pero sus fuerzas menguaban cada vez que intentaba apartar las manos de jon de su cuerpo. 

¿Cuánto tiempo había pasado desde la última vez que la beso de esta manera? 

¿Cuánto tiempo había pasado desde que se siento tan cerca de él hasta el punto de poder tomar parte de su dolor y su sufrimiento. 

Ambos estaban destrozados. 

Solo juntos podían completarse. 

Su negación se fue en cuento perdió todos sus sentidos entre el delicado sabor de los labios de su esposo, y envolvió sus brazos alrededor del cuello de su esposo buscando más de sus besos.

 Pensó que los recuerdos de la tragedia volverían a su mente para atormentarla cuando solo quería ser feliz. 

Pero no fue así. 

Ella sabía que era él la mantendría a salvo de sus pensamientos y sus memorias tortuosas. 

Nadie más podría hacerlo, solo Jon, su esposo y único hombre que ama. 

Habia una presión compartida en sus pechos, como si la culpa, el dolor y los rencores solo podían empujarlos más cerca del otro tratando de borrar dichas sensaciones, tratando de encontrar un refugio en los brazos del otro.

El principe había estado deseando este momento en los rincones más oscuros y vagos de su mente. Quería tocarla, y no po su deseo carnal sino por la necesidad de sentirla viva, sentir su respiración, el calor de su piel y el golpe de su corazón latente contra su pecho.

Sus labios se despegaron por unos segundos, donde la intensidad del gris acero chocó con el violeta oscuro que pintó sus miradas.

Él amaba ese color en sus ojos. 

El color del deseo y la intensidad de su necesidad por él. 

Jon la sujetó por los muslos y ella envolvió las piernas aldedor de su cadera con un jadeó de sorpresa mezclado entre un beso. 

Amaba sentirlo cerca y su fuerza cada vez que podía levantarla con tanta facilidad. 

Jon se sentó en el lecho, dejando a ella sobre su regazo mientras sus manos exploraban dentro del camisón, acariciando cada centímetro de piel de su espalda sin separar sus labios. 

Daenerys se aferró a los rizos en la parte posterior del cuello de Jon mientras sus piernas se aferraban a sus caderas como un ancla. Su mente y sus pensamientos estaban completamente remplazados por el deseo. Solo sabía que lo necesitaba y necesitaba su consuelo después de todo lo que habían pasado 

Se amaban. 

Sin embargo, ninguno lo diría. 

No hubo palabras más las que gritaban sus ojos en medio la autoría de su unión. Se habían extrañado tan intensamente como el amor que sentían por el otro. 

Valar MorghulisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora