Capitulo sesenta y ocho

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La ciudad estaba enardecida en furia y llamas retumbando en cada calle y rincón. Hombres y mujeres abarrotadas a las murallas en resistencia a los usurpadores.

El estandarte del dragón estaba hecho cenizas en el Red Keep, y ahora el ciervo adornaba los muros y salones.

El interior de la fortaleza no estaba más tranquilo que el enardecido exterior. la mayoría de los sirvientes que sobrevivieron No tuvieron más opción que obedecer las nuevas órdenes para salvar su vida. No querían morir y tampoco querían que sus hijos murieran.

Aquellos sirvientes habían pasado toda la mañana recogiendo los cadáveres, lavando paredes y pisos manchados de escarlata y podredumbre.

La mayoría de los lores habían sido tomados como rehenes hasta nuevo aviso, encerrados en sus aposentos sin ningún tipo de contacto externo. Margaery y Olenna eran un ejemplo.

El no pensaba asesinar a los nobles, solo a los que se pusieran y lucharán en su contra. Quién bajó sus armas fue perdonado y puesto en custodia.

El único objetivo de Robert Baratheon eran los Targaryen. Todos y cada uno de ellos debería ver su final. No podía estar más complacido con los resultados, y lo único que había tenido que hacer es pagar unas cuentas monedas de plata a una puta granjera de Storm's Land.

Una muerte lamentable sin duda. Una mujer joven y hermosa que además tenía una hija. Una hija que supuestamente también era suya. Se encargaría de la criatura más tarde.

Un desperdicio sin duda, como un rostro tan bonito, un rostro que había llevado a la caída de una dinastía había Sido destrozado hasta la completa desfiguración.

Lamentable.

Reflexionó sobre su nueva situación, y la implicación que traería en su vida ahora que finalmente había asesinado a Rhaegar Targaryen y su hijo.

El hijo de Lya.

Ned era uno de sus rehenes. Aunque esperaba que él doblará la rodilla para salvar a sus hijas, se preguntó que lado de su lealtad es más fuerte. Lealtad a su hermana o a sus conveniencias. Ned Stark no era un hombre que pensará demasiado en lo que le conviene, sino más bien en lo que es su deber y su honor.

Esperaba no tener que asesinar a su mejor también.

-Padre - Dijo Sansa.

Desde que fuera encerrados no había probado bocado algunos ni se había movido de su asiento junto a la ventana a Blackwater.

- No te ves bien. Debes comer algo o enfermaras.

Lord Stark no dijo nada.

Su mente paseaba nuevamente por las imagines de aquella noche.

- ¿Que esperan de nosotros? - Dijo Arya impaciente - ¿Hasta cuándo estaremos aquí? Robb debe traer nuestro ejército.

Sansa miró mal a Arya pero contestó.

- Padre, Lord Robert era tu amigo. Se que si hablas con el podría entrar en razón.

- Robert no es mi amigo desde hace veinte años. Asesinó a tu hermano ¿Que razón podría escuchar?

- Debes intentarlo - Dijo Sansa.

- ¡Maldita sea! - Gritó Arya - ¿Escuchas algo de lo que estamos hablando? ¡Asesinaron a Jon. Nuestro hermano está muerto por su culpa!

Ella estaba demasiado afectada.

En el segundo que la vista de Jon se perdió en el cuerpo de Daenerys se alejaba fue como si todo se detuviera a su alrededor.

Valar MorghulisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora