Capítulo seis

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El fuego era abrazado, chisporroteaban los maderos y provocaban un sonido que a Lord Stark siempre le había parecido agradable por alguna razón que desconocía.

Su mano estaba apoyada en el muro junto a la ventana, mientras su vista se centraba en los pequeños árboles del patio trasero de Winterfell. Sus hijos pequeños jugaban animosamente entre risas y alegría en la nieve.

En la recamara, el maestre Luwyn tomaba varias notas mientras observa el cuerpo casi congelado de Jon Snow.

Del otro lado del lecho, una sirvienta de cabello negro azabache frotaba paños húmedos y calientes en la frente del bastardo, muy nerviosa con manos temblorosas y ojos cristalizados.

Lo mas importante era que Jon entrara en calor, sus labios estaban colorados, morados, y su piel se veía mucho más pálida, casi gris azulada.

- ¿Se recuperará? - preguntó Lord Stark con impaciencia.

- Aparentemente, mi Lord - Respondió el maestre recogiendo todas sus notas - Debe entrar en calor o la fiebre comenzará.

- Bien - Respondio Tajante.

Lord Stark se acercó a la puerta e invitó al maestre a salir para poder hablar a gusto en su estudio.

- Cuida de Jon hasta que despierte - Le ordenó Lord Stark a la sirvienta.

Esta asintió mientras remojaba el pañuelo en agua tibia.

La joven dio un largo suspiró cuando se encontró a solas, acariciando la frente de Jon con el pañuelo, humedeciendo algunos de sus rizos oscuros pegados a su frente

-¿Porque tienes que hacer estas cosas? Jon - Susurró entre sollozós.

Palpó las mejillas del bastardo y sintió como su respiración se volvía mucho más calmada. Admiró las hermosas facciones que él tenía, facciones con las que tanto había soñado en las noches y que ahora estaban frente a ella, pero él estaba postrado en el lecho, casi hecho hielo

- Por favor, Jon despierta - Su voz era un hilo

Repasó los suaves labios del bastardo y plantó en ellos un beso cálido con la esperanza de que devolviera el calor a su cuerpo.

Tras de ellos, unos ojos color lila miraban la escena muy atentos a todo. Se sentía sorprendido y a la misma ver un poco decepcionado de lo que veía.

«Ellos deben estar enamorados» pensó Rhaegar.

Jon era un príncipe, el heredero al trono de hierro. El debió de estar en el castillo, como lo que es y no como un simple bastardo de un señor norteño.

Nunca despreció a los plebeyos pero la culpa carcomía su pecho sin descanso. Su hijo seguramente se había enamorado de esa joven sirvienta cuando debería estarlo de alguna princesa o Lady de la corte de King's Landing. Su vida era notablemente diferente.

No lo culpaba a él si no a si mismo. Sabía que debía tomar una decisión aunque le fuera difícil. Esta sería su última oportunidad, se iría de Winterfell sólo y no volvería a ver a su hijo nunca más o se iría con el... Aegon Targaryen como príncipe y heredero al Trono de hierro.

Cerró la puertas tras de si y acomodó la espesa capa que vestía esa mañana. Se fue en busca de Viserys para realizar las reuniones pertinentes antes de "la noche de los juramentos" donde Lord Stark y los otros señores del Norte jurarían lealtad a la casa Targaryen.

Encontró a Viserys tomando vino junto a Robb Stark en el salón, sumergidos en una plática amena protagonizada mayormente por Viserys.

- Hermano - Dijo Rhaegar - Ya es hora de reunirnos con Lord Stark... Revisáremos los asuntos del Norte.

Valar MorghulisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora