- Lord Eddard Stark, Lady Sansa Stark y Lady Arya Stark, Majestad - anunció un guardia desde la puerta.
El flamante desayuno había sido interrumpido.
Daenerys deslizó su silla hacia atrás tan rápido que casi cae al suelo para un abrazo que compartió con las hermanas de Jon.
Se había sentido tan sola y agotada desde que la guerra comenzó, ella podía decir que incluso desde la muerte de Aerys su energía había descendido lo suficiente para parecer enferma en algunas ocasiones. Se había mantenido fuerte e implacable aunque por dentro estaba destrozada.
Ella solo quería a su esposo de vuelta y estaba enormemente agradecida de que la familia Jon finalmente había llegado a apoyarla.
- Fue mucho tiempo - Susurró Daenerys conteniendo sus lágrimas.
- El viento no fue favorable - Respondió Lord Stark.
Daenerys asintió y se sintió avergonzada de que Ned la escuchara.
- Gracias por haber venido, mi Lord. Estoy segura de que él estará feliz de saber que están aquí.
- ¿Despertó? - Preguntó Arya
Daenerys bajo la cabeza y negó.
- Solo por unos segundos y luego tuvo una fiebre. Él duerme ahora. Le dimos la leche de amapola.
Rhaegar se levantó de su asiento y sonrió a sus inesperados invitados.
- Lord Stark - Saludó el rey - Sean bienvenidos.
- Majestad - Respondió Ned ladeando la cabeza.
Sus ojos se fijaron en la joven que estaba sentada del lado derecho del rey y su ceño se frunció profundamente sin darse cuenta.
El la reconocía y la niña que trataba de ocultarse apenada sin dudas era uno de los bastardos de Robert.
Sin embargo, permaneció en silencio y dejo de mirar.
- Puedes sentarse en mi mesa - Dijo el rey - Me temo que no estaba enterado de su visita... Mandare a preparar sus habitaciones...
- Las recamaras están preparadas desde hace una semana - Interrumpió Daenerys - Ellos vinieron por Aegon.
Daenerys se sintió extraña al llamar a su esposo por su verdadero nombre. Sin embargo, no sentía la confianza para hacerlo frente a la invitada de Rhaegar.
Incluso Olenna y Margaery la habían escuchado llamarlo Jon en algunas ocasiones.
- Ya veo - Dijo Rhaegar con media sonrisa - Estoy seguro que él estará feliz cuando los vea.
Lord Stark se preguntó que tan conciente estaba el rey de la salud de su hijo, pues el optimismo nunca había sido algo que lo caraterizó nisiquiera en sus años más jóvenes.
Rhaegar se veía fingidamente tranquilo y más angustiado que nunca. Sin embargo, era bueno ocultando su verdad.
- Lord Stark, permítame presentar a Lady Gadea. Ella salvó la vida de Aegon después de la batalla en la tormenta.