Capítulo 43: ¡Es Una orden!

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Stalin.

— Comando Linaje, avanzad hasta el siguiente punto— recibo la orden por la radio.

— Señor, tengo un civil enfrente de la orden— contesto.

— ¡No he preguntado! ¡He dado una orden!

Tengo a un niño en el camino, no puedo ordenar que avancen o sino el niño saldría herido.

— Que nadie avance, esperen a mi señal— ordeno a mi comando.

Voy a por el niño, varios proyectiles van a por mi, una flecha roza mi hombro, pero consigo poner a salvo al niño.

— Adelante, vamos— ordeno y quienes estaban conmigo corre a mi dirección. — Tenemos el campo libre, podemos contraatacar.

Avanzamos con sigilo y cogemos por detrás a nuestros enemigo.

— Misión cumplida general— comunico.

El general se dirige hacia a mi, y espero una enhorabuena. Me pega un puñetazo y comienzo a sangrar, me repongo y lanzo un puñetazo, no se mueve y dos de sus soldados detienen mi puño, retrocedo y veo que todo el escuadrón se pone delante de él.

— Sé que aunque se pongan delante de mi podrás llegar a mi, pero también te conozco y se que no lo harás— me dice desde atrás de todos los soldados.

— ¿Por qué hasta mi comando se pone en mi contra?

— Ya tenía pensado que me ibas a desobedecer, así que antes de asignarlos bajo tu mando, les di una orden de defenderme de ti.

— ¿Qué he hecho ahora?

— Te dije que avances y me desobedeciste por un niño.

— ¿Eres imbécil? Ese niño podría haber muerto, y por salvarlo me pegas.

— Una orden de tu general tiene que estar por encima de todo, en esta misión de bajo rango puedes haber tenido suerte, pero en el búnker no puedes tomarte las ordenes por tus sentimientos, hay muchas vidas en juego y no puedes elegir las dos.

— Escúchame, esta vez te la paso, pero a la próxima que vuelvas a tocarme, destrozo tus huesos uno a uno— en un instante traspaso a todos y lo estoy agarrando del cuello.

— Stalin. Suficiente— oigo la voz de Stephen, lo suelto y vuelvo a la comunidad.

Estamos a unos cinco kilómetros de la comunidad, así que tengo un camino largo.

— Stalin ve a mi despacho cuando llegues— oigo a Stephen por la radio.

— Recibido. Corto y cierro.

Ya he llegado al despacho y espero sentado a Stephen.

— Stalin, primero, no me voy a meter en tu modo de actuar y seguir las ordenes. Pero tienes que tener claro que al atacar al general te pones en contra a toda la comunidad— se sienta.

— Lo sé, sé que el general tiene el máximo apoyo de todos, que puede hacer lo que quiera, pero no aceptaré una orden que ponga en juego la vida de un civil, y mucho menos la de un niño.

— Te he dicho que no juzgaré tu forma de pensar, pero si tengo que decirte que no puedes tocar al general y mucho menos atacarlo.

— ¿Cómo se llama el GENERAL?— exagero al decir general.

— Dennis Zopsis.

— ¿Y qué tiene de especial?

— No tiene ningún contacto, nadie le ayudó a ponerse en ese puesto. Desde que llegó a la comunidad ha sido criado con la mentalidad de que lo más importante es el bien común, no importa si hay que sacrificar a alguien, quiere conseguir lo mejor para la comunidad, él ha vivido y sufrido la creación desde cero de esta comunidad, desde que nos encargan misiones no quiere volver a esa época, donde no había dinero, ni alimentos ni cuidados, quiere lo mejor para los que viven aquí, y para los que pueden llegar.

— ¿Hace cuanto comenzó esta comunidad?

— Hace casi tres meses, parece poco, pero hace menos de un mes, hemos conseguido estabilidad, y desde ese entonces Dennis ha sido nombrado general, toda la comunidad está agradecido con él.

— Lo entiendo, y tiene sus razones, pero yo no puedo dejar de lado a un niño— me pongo de pie y me voy.

— ¿Te gustaría ser nombrado capitán?

— No creo que tenga el apoyo de los ciudadanos.

— Al contrario, hay unas personas que les cuesta aceptar la manera de pensar de Dennis, y justo por lo mismo que tú.

— No puedo aceptarlo porque yo no...— casi digo que no me voy a quedar. — Yo no... conozco del todo la comunidad y llevo muy poco tiempo.

— Stalin, tienes que ser el capitán, el pueblo lo necesita,

— ¡He dicho que no puedo aceptarlo!— me duele mentirles, pero más me duele que están convirtiéndose importantes para mi.

— Son huérfanos— me detiene apunto de salir del despacho.

— ¿Qué?

— Todos los que están aquí son huérfanos, no tienen a nadie, la familia que tendremos de apoyo creó esta comunidad para los jóvenes que estaban sin hogar por culpa del reino, poco a poco se corrió la voz y llegaron personas para ayudar a estos niños, como yo, hay muchos que empezaron a atenderlos, los adultos no fuimos bien recibidos por estos chicos, no quieren adultos, por eso solo nos encargamos de la educación, porque después de realizar la misión del bunker todos nos iremos, y yo no soy el organizador ni el jefe, solo estoy sustituyendo la verdadero jefe, porque está entrenando con la familia que nos ayuda, nadie vendrá para luchar contra el bunker, nosotros enseñamos y cuando esten listos nos iremos, yo y los de limpieza somos los únicos que podemos estar en la comunidad, los demás viven en el hotel, solo los jóvenes y niños están en la comunidad, están aprendiendo a cocinar, construir y medicina, no quieren depender de los adultos. Por eso te necesitan, eres joven y fuerte, te importan los demás y sé que estas cogiendo cariño a la comunidad— me voy. — También sé que estas de paso. Solo lo sé yo, no se lo he dicho a nadie más— salgo del despacho y me voy a mi habitación.

No puedo aceptar ese cargo, ¿por qué me lo propondría si sabe que me voy? Quiero que el capitán, quien sea aceptado por la comunidad, defienda la comunidad y no tenga nada más importante.

El Alfa Divino: La Leyenda Del Hombre LoboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora