Capítulo 20: Omega.

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Stalin.

Primer mes sin Mark.

Me he sentido muy diferente, tengo que volver a ser el mismo de antes, al que nadie vencía, el que no se sentía débil, independiente.

Oigo algo que llevaba tiempo sin oír, un latido de corazón, puede ser un animal, pero no huelo a ningún animal, siempre que siento a un animal mi instinto se enciende, queriéndolo cazar y eso es lo que hago, corro tras él, pero no lo mato, lo hago para entrenar y darle algo de satisfacción a mi instinto. Me escondo e intento concentrarme en el olor, oído y vista, escucho pasos rápidos y pesados, como si estuviese huyendo. Escucho que está agitado. Es una chica, observa a todos lados, gira la cabeza de un lado a otro, intentando buscar algo, pestañeo y desaparece, me acerco a buscarla, lo único que se me viene por la cabeza es ella, estaba cubierta de barro, como ocultando su olor, por eso no podía distinguirla, de ahí viene mi gran pregunta, ¿por qué huye? ¿es una omega?

Me atacan por detrás, me tira al suelo y me inmoviliza, apoyando su rodilla en mi torso.

— Hola— digo.

— ¿Quién eres?— contesta.

— Lo pregunta quien me tiene inmovilizado

— Si no respondes seguiré así.

— Bueno... no por mucho tiempo— le doy media vuelta e intercambiamos las posiciones. — ¿Ahora contestaras?

— Creo que no— sonríe.

Me empuja y vuelo por los aires. Estamos frente a frente.

— Solo te digo que empezaste atacando tú.

— Pues sigue tu camino y yo el mío.

— La verdad es que me llama la atención tu vestimenta.

— Felicidades, pero no tenemos nada que hacer, si quieres conocerme, espera sentado.

— Pues yo me quedo aquí, hasta que vuelvas después de arreglar lo que sea esto.

— Adiós.

Corre a gran velocidad y se aleja rápidamente.

Continuo mi camino, quiero ir a un rio o lago, me ensucié con ella, oigo agua por lo lejos, muy lejos y me dirijo a esa dirección.

Poco después, veo a un grupo de 4 personas en el camino.

— Tenemos que buscar a los omegas.

— Esa chica puede ser problemática, o la atrapamos o la matamos— comenta otro.

— No podemos dejarla libre.

Me acuerdo de la chica, la cual no le pude ver el rostro, bueno solo con barro.

Escucho pasos detrás mía y me giro rápidamente. Me tienen atrapado.

— Jefe, tenemos a otro omega— refiriéndose a mi.

— Muy bien muchacho, ¿algo que decir?— me pregunta.

— Creo que se equivocan de persona.

— Muy bien, creo que no sabes quienes somos.

— La verdad es que espero que tú no sepas quien soy yo.

— Pues con ese estilo, esa cara y esa fuerza no me interesa.

— Muy buena charla, ¿puedo irme?

— Seguro que has escuchado nuestra conversación.

— Eso es verdad.

— Y tu eres un omega.

— Eso es depende.

— Y sabrás que no te vamos a dejar por ahí.

— Me lo esperaba.

— Bueno, somos seis contra uno, no sé tú, pero yo creo que no puedes elegir.

— Seis contra dos— oigo a la chica de antes.

— Tú eres la que buscamos.

— Tú eres la chica camuflada— comento.

— Atraparlos.

Me deshago de los que me estaban sujetando y me acerco a la chica. Nos encontramos espalda a espalda.

— Tienes que romperles algo, así podremos escapar— me indica.

— Vale.

Nos separamos y en menos de tres segundos ya escucho dos muñecas rotas. Cojo el brazo de uno y se lo parto, continúo con su rodilla, viene otro y le desgarro un tendón de ambas piernas y al último le parto las costillas dejándole sin respiración. Cuando acabo observo que la chica me está mirando y sonríe, comienza a correr y la persigo. Después de varios metros se detiene.

— ¿Quieres seguirme?

— También quiero saber de ti.

— Hacemos una cosa, tenemos cinco kilómetros hasta el próximo rio, si vamos rápido ya los habremos perdido. Echamos una carrera hasta ahí, el que gane podrá hacerle preguntas al perdedor. ¿De acuerdo?

— De acuerdo.

Comenzamos a correr, el barro de todo su cuerpo estaba seco, y no se despega, mientras empezamos me quedé sorprendido, tiene una gran velocidad, increíble.

Llevamos más o menos la mitad del camino, estoy más o menos cansado, pero no quiero perder, la verdad es que no puedo, quiero que me cuente ella primero. Me transformo en hombre lobo y corro en cuadrupedia, la adelanto con gran facilidad, escucho su pequeño rugido, hace lo mismo. A menos de un kilometro estamos igualados, aumento mi velocidad y siento una gran potencia en mis ojos y vuelvo a adelantarla, siento como ella se guarda sus ojos, pero no queda mucho tramo y tiene que darlo todo, aumenta su velocidad y me supera, pero al superarme observo el brillo de sus ojos, azules, un azul brillante, me enfado por sus ojos, aumento mucho mi velocidad, llego en poco tiempo y siento como ella se detuvo y yo la esperé en la orilla, con los pies en el agua, habíamos llegado a un lago desierto.

Ella se acerca a mi, caminando lentamente.

— No quería que ganases— dice mientras se sienta a mi lado. Sonríe.

— Yo quería ganarte— expulso una pequeña risa y ella la continua.

— Pues lo has conseguido.

— He ganado.

— La verdad y haré mi penitencia.

— Adelante— sonrío.

Se levanta y se dirige al agua.

El Alfa Divino: La Leyenda Del Hombre LoboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora