Capítulo 21: Tú, mi verdad.

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Stalin.

Se mete al agua para limpiarse. Después de nadar por el agua y una vez limpia sube a la superficie. Deja ver su físico, su cara y su cuerpo.

Observo su pelo, castaño claro, continuo viendo sus ojos, marrones claros, le brillan aún más con el sol, seguido de sus labios, rosas y finos, sube sus manos a la cara, dejándome ver sus curvas y su estupendo cuerpo, sus piernas muy finas para la fuerza que tiene. La luz del sol destaca su belleza.

— Una cosa... se te está cayendo la baba— ríe.

— ¿¡Eh!? ¿como?— salgo de la hipnosis.

— No sabes disimular.

— Nunca he tenido que disimular tanto— sonríe y se pone roja. Comienzo a reír.

— Bueno... empezamos ¿no?

— Si, vale.

— ¿Cómo empiezo, preguntas o te cuento?

— Cuéntame sobre ti.

— Me llamo Sheira Kreim, llevo siendo una omega cuatro meses, tengo 16 años y... no sé que más decirte, puedes comenzar a preguntar.

— Vale... ¿porque te están buscando?

— Por mi antiguo alfa, quería conquistar las minis manadas que hay en los alrededores, quería matar a los betas de otras manadas, iba de manada en manada, tiene diez betas, son pocos los que les pueden hacer frente. En vez de perder tiempo enfrentandolos decidí buscar ayuda y avisar a las manadas cercanas, me han declarado traidora, por eso debo huir o volver acompañada.

— Joder, ¿crees que los dos podamos contra su manada?

— ¿En verdad? no, si los betas son fuertes, imagínate su alfa.

– Bueno...

— Haz la pregunta que tanto deseas.

— De acuerdo... ¿Cómo conseguiste esos ojos?

— Eso fue la gota que colmó mi paciencia, hace dos meses, encontraron a una familia de tres jóvenes, la madre y el padre, mi alfa quería que yo tuviese más poder, aún siendo la más poderosa de su manada, me negué a ese poder, porque para conseguirlo debía matar a 3 almas puras, de los jóvenes, me atacaron y no pararon hasta dejarme sin fuerzas, me sacaron las garras, las acercaron a los niños...— suelta una lágrima de rabia.

— No te preocupes— le limpio la mejilla. — Te entiendo— la abrazo.

— ¡No! tengo que contarlo. Acercaron a los niños, intenté soltarme, pero no pude, los niños llorando estaban colgados de mi garras, les prometí que les vengaría y ellos sonrieron antes de morir y eso es lo que voy a hacer. Cuando me recuperé, me habían dejado en el pueblo, de ahí me escapé y durante todo este tiempo he estado esquivándolos.

— ¿Por qué dices que no los podemos ganar? si pudimos contra seis de ellos.

— Porque si te das cuenta, hemos luchado contra seis, los cuatro más fuerte de la manada siempre andan con el alfa y es aún más poderoso que toda la manada, así es como hace lo que quiere sin limite.

— Lo siento.

— ¿Por qué?

— Por recordarte esto.

— No, eso lo recuerdo todos los días, no dejaré de hacerlo si no cumplo mi promesa, porque ahí sabré que esos niños, inocentes, están felices en el otro mundo. Es lo que me mueve y forma parte de mi.

— No quiero seguir con las preguntas.

— De acuerdo— me braza.

— Siento que eres una persona buena— me abraza y nos tumbamos.

El Alfa Divino: La Leyenda Del Hombre LoboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora