Quise dejar el tema de mi madre apartado e intenté disfrutar de la comida entre amigos que se estaba llevando a cabo en el salón. Inevitablemente miraba a Vittoria y Namjoon, quienes por fin después de casi un mes se habían reconciliado a pesar de las intenciones de aquella chica por arruinar su relación.
No podía decir que tuviese envidia de lo que tenían porque me parecía totalmente inalcanzable. Ellos dos realmente estaban destinados a estar juntos y nadie podía cambiar eso. Mi relación con Yoongi era algo completamente distinto. Si bien era cierto que nuestra forma de actuar cuando estábamos juntos era cada vez más parecida a la de una pareja, la realidad era mucho más amarga.
Había intentado recordarme a diario cuál era la verdadera situación. Cada vez que me despertaba y veía la cabeza de Yoongi sobre la almohada a escasos centímetros de la mía con el cabello revuelto dejando entrever su frente, debía tener en cuenta que no éramos nada. Y eso empezaba a doler, a pesar de tener más que claro cuales eran las reglas del juego. Fue después de la llamada de mi madre cuando me di cuenta de que mis sentimientos por aquel chico en cierta manera estaban empezando a crecer, y esas eran muy malas noticias.
Por eso durante los dos días siguientes intenté evitarlo con el único objetivo de que mi cerebro dejase de pensar en él cada dos segundos, como si fuese peor que la droga. Exageré todo lo que pude mis obligaciones como estudiante solo para escaquearme de todos los planes que Yoongi me había propuesto, desde ir a dar un paseo nocturno hasta dar una clase de piano. Eso último fue lo más difícil de rechazar, y más sabiendo las pocas veces que ocurría. Yoongi odiaba tener que recordarme cada dos segundos qué tecla debía tocar y se exasperaba cada vez que me distraía por culpa de sus manos guiando las mías o su aliento demasiado cercano a mi piel. Al final siempre acababa dejándole mostrarme sus dotes como músico, haciendo alarde de la agilidad de sus dedos sobre las teclas del piano.
Era lunes por la tarde y estaba pasando apuntes a limpio mientras escuchaba música e intentaba concentrarme en lo que realmente importaba: mis estudios. El sonido del timbre me sacó de mi burbuja, obligándome a levantarme del sitio para averiguar quién me buscaba y para qué.
– ¿Puedo pasar? – preguntó Yoongi desde el rellano, esperando a que lo dejase entrar.
– Sí, claro. – contesté sorprendida y me aparté. – ¿Por qué has venido?
– ¿No puedo querer verte? – por el tono que empleó estaba más que claro que sabía que algo iba mal.
– Claro, pero te dije que tenía que estudiar y no es un buen momento.
– Pensé que podríamos estudiar juntos. – señaló la mochila que llevaba colgada del hombro y me dedicó una sonrisa un tanto forzada.
Sin tener otra opción acabé con Min Yoongi sentado a mi lado, concentrado en las partituras que tenía delante apuntando y borrando cosas una y otra vez. Realmente no tenía ni idea de qué estaba haciendo, pero parecía que le frustraba bastante. Sentía que me faltaba el aire cada vez que notaba su mirada sobre mí, analizando cada cosa que hacía como si eso le fuese a dar la respuesta de lo que pasaba. Yo mentalmente no podía parar de recordarme que no había ningún tipo de relación entre nosotros, que todo eso no era más que un pasatiempo y que si me encariñaba de más solo me estaría condenando a sufrir.
Yoongi, quien precisamente no era tonto y probablemente no se había tragado ninguna de mis excusas los días anteriores, me miró fijamente hasta que me sentí lo suficientemente incómoda para dejar de fingir que estaba totalmente absorta por los apuntes. Levanté mi vista hasta encontrarme con la suya, como siempre imponente.
– ¿Qué te ocurre? – dijo después de unos segundos. – Y no me vengas con que no es nada y que simplemente estás agobiada.
– ¿Y si de verdad es eso? – respondí nerviosa intentando evitar la conversación que sabía que íbamos a acabar teniendo.
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Shetland (Min Yoongi)
Romance¿Serías capaz de aguantar a una persona tan borde? Lilly Williams pensaba qué lo tenia claro, a Yoongi no.