U N O

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–¡Maddie, me voy ya! –grité mientras me acababa de poner los zapatos antes de salir corriendo del piso, no sin antes escuchar un "¡Ten cuidado y mucha suerte!" de parte de mi mejor amiga.

Como ya era costumbre en mi vida universitaria, el bus se fue en mis narices y tuve que pararme a respirar antes de echar a correr hacia el metro y rezar por llegar lo antes posible a clase. Normalmente cuando llegaba tarde no me preocupaba tanto pero ese era el primer día de mi tercer año de carrera, no tenía ni idea de las clases que me tocaban y para colmo, había dormido fatal esa noche. Iba a ser un día horrible y acababa de empezar.

Con las prisas se me olvidó presentarme, soy Lilly Williams. Y ahora mismo estaréis preguntandoos "¿Qué pinta alguien con este nombre en Corea?", siempre la misma historia. Soy británica, llegue con once años a Seúl, donde llevo viviendo diez. Realmente toda mi infancia me la pasé entre mudanzas, ya que mi madre constantemente cambiaba de residencia debido a su trabajo, pero normalmente nos mudábamos dentro del mismo país. Cuando con esa edad me vi empaquetando toda mi vida y despidiéndome de toda mi familia sin saber muy bien a dónde nos íbamos me sentí muy mal. Creo que esa fue la primera vez que me enfadé tanto con mi madre, no entendía porque debía dejar mi país. ¿No le bastaba con todas las mudanzas que ya habíamos pasado anteriormente? El día que fui consciente de donde estaba Corea quise morirme, y más cuando me enteré de las muchas horas que había que viajar hasta llegar allí.

Actualmente vivo con mi mejor amiga en un pequeño pero acogedor apartamento, en el cual llevamos desde que empezamos la universidad. Maddie es una australiana un año menor que yo que lleva en Corea desde los doce años. Nos conocimos en el colegio, y cuando me enteré de que una extranjera había llegado nueva por poco me echo a llorar. Yo era la única chica en mi grupo de amigos hasta ese momento y siempre había querido tener la típica relación de mejores amigas que te enseñaban en las series y películas. Pero los dos años que pasaron hasta que ella llegó a nuestras vidas, los pasé rodeada de mis tres mejores amigos: Lucas, Mark y Kai.

Pero ya con veintiún años mi vida se basaba en tratar de acabar la carrera de turismo y tal vez, volver a vivir a Inglaterra.

Llegué al metro con el tiempo necesario para coger aire, peinarme el pelo con los dedos y repetirme que no volvería a apagar la alarma. El camino a la universidad fue más lento de lo pensado, así que me dio tiempo suficiente para mirar el horario de mis clases y ver que llegaba tarde a una de las optativas que se daba en un aula el cual mentalmente no conseguía ubicar.

Entré corriendo a la facultad sin pararme a pensar en la posibilidad de llevarme a alguien por delante, cosa que por suerte no sucedió. Lo único que tenía claro es que la clase estaba en el segundo piso. Subí corriendo las escaleras y me fijé en un letrero que se encontraba al final del pasillo a la derecha. Ahí, en la puerta de mi clase, un chico de estatura media, pelo moreno y cara de pocos amigos hablaba por teléfono con un tal Hoseok. Le echaba en cara que se suponía que debería estar en la facultad y necesitaba las llaves de casa. Hoseok debió reprocharle el hecho de que, al parecer, solía olvidarlas a menudo, a lo que el pelinegro contestó con un "No me jodas Hobi", y acto seguido se percató de mi presencia.

Tenía claro la cara de empanada que debía tener mirándole fijamente. Según Maddie es uno de mis grandes defectos. Siempre que alguien habla más alto de lo normal me quedo mirando, aunque no me entere de nada y realmente lo hago sin darme cuenta.

–Hobi, te llamo ahora que al parecer tengo público –dijo el chico bastante seco, lanzando esa pullita hacia mi.

–¿Puedes apartarte? –dije antes de acercarme a la puerta de mi clase, mirar al chico fijamente y hacer que se echase a un lado. –Gracias.

Shetland (Min Yoongi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora