D O C E

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– Hobi, tenemos que entregar el trabajo esta tarde. – dije al llegar a clase el miércoles.

– ¿Cuál es el problema? – contestó con una expresión totalmente neutra.

– Que mañana hay que exponer y no te has molestado ni en mirarlo. – contesté harta de su actitud.

– Perfecto, dime que tengo que aprenderme y ya está. – replicó sin mirarme siquiera.

– Te lo digo esta tarde, después de mandárselo al profesor.

Hobi al escuchar mis palabras simplemente se limitó a encogerse de hombros antes de retomar la animada conversación que mantenía con uno de sus amigos. Me molestó cada una de las cosas que hizo durante aquellas dos horas que duraba la clase. Según Yoongi, se le acabaría pasando, y esperaba que así fuese, pero ese día solo consiguió que desease no tener que verle la cara.

– No tengo ni idea Mad, eso es lo peor. Empiezo a sospechar que le pasa algo conmigo, pero no puedo saberlo si se niega a hablar. – le contesté a mi amiga mientras comíamos.

– Es cierto que ayer cuando nos fuimos del restaurante estaba más callado que de costumbre. – confesó Maddie.

– Según su gran amigo Yoongi simplemente se encontraba mal.

– Hablando de Yoongi... – comenzó a decir antes de pararse a buscar la pregunta adecuada. – Os lleváis muy bien desde mi cumpleaños, ¿no?

– No empecemos Mad. – contesté intentando terminar rápido con ese tema.

– Oye, no he insinuado nada. – replicó antes de volver a hablar. – Solo me sorprende que antes no podíais ni miraros a la cara y ahora no paráis de hablar.

– Nos llevamos mejor que antes. Espero que eso conteste a tu pregunta. – dije levantándome para llevar los platos vacíos al fregadero.

– Sí y no. ¿Se puede saber a qué se debe? – quiso averiguar mi amiga.

– Qué más da eso ahora, Maddie.

Esa tarde después de acabar de corregir el trabajo y mandárselo al profesor por el aula virtual, escribí a Hobi. Me gustaría poder decir que me contestó y nos pusimos de acuerdo, pero eso no fue exactamente lo que pasó. Debí mandale unos quince mensajes. El primero indicándole la parte que tenía que exponer él, el resto pidiéndole que contestase. Me pasé más de dos horas mirando el móvil como una estúpida esperando que se dignase a mirar los mensajes, cosa que obviamente no planeaba hacer.

Repasé toda la exposición una y otra vez hasta aprenderme de memoria cada apartado, incluyendo los de mi compañero. Si él quería cargarse su nota por un enfado sin sentido me parecía perfecto, pero no me iba a arrastrar. Cuando me tomaba algún descanso mi mente se llenaba de todas las cosas que quería gritarle a Hobi, de todas las explicaciones que quería pedirle. Incluso pensé en presentarme en su casa para obligarlo a hablar conmigo, pero preferí esperarme al día siguiente, como si fuese a cambiar la situación.

– ¿Leíste mi mensaje? – pregunté con cara de pocos amigos al verle al día siguiente con las gafas de sol puestas en clase.

– Perdí el móvil. – dijo con voz ronca sin muchas ganas de hablar.

– ¿El mismo móvil que tienes encima de la mesa? – contesté cogiéndolo antes de que la pantalla se iluminase. – Veo que no te molestaste ni en borrar las notificaciones.

– Lilly, me lo he estudiado. Ahora déjame seguir durmiendo. – replicó cortante.

Suspiré aliviada al oírle decir aquello, como si me hubiesen quitado un peso de encima. Empecé a pensar que igual Hobi solo necesitaba un poco de espacio y que realmente no le ocurría nada conmigo. Una pequeña sonrisa se asomó en mi cara al verle tan tranquilo intentando conciliar el sueño con la cabeza apoyada en su mochila. El profesor llegó, y tras una breve charla sobre la dinámica de las exposiciones, dejó que el primer grupo comenzase. Desperté a Hobi cuando el segundo grupo terminó su presentación, éramos los siguientes.

Shetland (Min Yoongi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora