V E I N T I T R É S

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– ¿Te queda mucho? – preguntó Hobi al otro lado de la puerta del baño, probablemente impaciente por entrar a hacer pis.

– Ya salgo. – contesté guardando mi maquillaje dentro del neceser y comprobando por última vez que mi cara estaba algo más cerca de ser decente.

Al abrir la puerta Hobi, aún en pijama, casi me aparta de un empujón para meterse en el cuarto de baño y cerrar la puerta sin tener en cuenta la fuerza que usaba. Diría que me asusté o que me molestó aquello, pero realmente ya había empezado a acostumbrarme después de casi un mes.

Parecía increíble que después de todo hubiese pasado a estar compartiendo tanto tiempo al lado del gruñón de Yoongi y sus compañeros de piso. Hobi estaba encantado de tenerme por allí. Según él, era como volver a vivir con su hermana. Cuando dormía allí entre semana me tocaba despertarlo y aun así, siempre llegábamos tarde. Su excusa siempre era la misma: yo tardaba demasiado en el baño y por eso él no podía empezar a arreglarse hasta más tarde.

– ¿Todavía sigues ahí? – pregunté al entrar en la oscura habitación de Yoongi, quien seguía metido en la cama intentando dormir.

– Eres tú quien tiene clase a las ocho de la mañana, no yo. – contestó en voz baja, como si estuviera demasiado cansado para hablar. – ¿Te queda mucho para irte? Quiero seguir durmiendo.

Si eso me lo hubiese dicho otra persona, habría encendido la luz solo por molestar y me habría largado de allí dejando la puerta abierta. Sin embargo, la persona que decía eso era ni más ni menos que Yoongi, y por algún extraño motivo, esas salidas tan cortantes y propias de él solían hacerme sonreír como una estúpida.

Me subí a la cama y él, al ver que el colchón se hundía, soltó una especie de gruñido a modo de queja. Sabía que arriesgaba mi vida al intentar hacer aquello, pero aun así decidí acercarme a él para regalarle un beso en la mejilla. Yoongi agitó su mano cerca de mi cara para intentar espantarme, y con eso solo consiguió hacerme reír. Decidí salir corriendo al escuchar la cuarta amenaza de muerte contra mi persona.

Desayuné en silencio mientras organizaba mi agenda para la que era oficialmente la última semana de noviembre. Una llamada por parte de mi madre me sacó de mi estado de concentración. Las siete de la mañana no era una buena hora para hablar con aquella señora tan exasperante que resultaba ser mi madre.

– ¿No me has preparado el desayuno? – preguntó Hobi entrando al salón con el pelo empapado mientras se lo secaba con una toalla.

– No soy tu sirvienta Hoseok. – contesté de mala gana empujando el móvil que no paraba de vibrar lejos de mí.

Hobi, quien no podía estarse quieto, lo cogió y miró extrañado el nombre de mi madre sin entender muy bien qué pasaba. Probablemente ni siquiera sabía quién era, ya que nunca hablaba de ella.

– ¿Quién es – paró un segundo para volver a leer el nombre. – Harper?

Tuve que contener la risa al escucharle pronunciar el nombre de mi madre.

– Es mi madre. – Hobi al oír eso hizo el amago de contestar la llamada emocionado. – Ni se te ocurra.

– ¿Por qué? Pobrecita, solo quiere hablar con su hija. – dramatizó todas y cada una de las palabras e incluso se llevó una mano a la frente fingiendo estar mareado.

– Porque es agotador hablar con ella. – al ver que Hobi no se quedaba contento con aquellas declaraciones, decidí añadir varias cosas. – ¿Has escuchado algún estereotipo sobre los ingleses?

– No, pero dudo que sea tan malo como lo pintas.

– La gente suele decir que los británicos somos expertos en juzgar a la gente, estirados, muy puntuales y sobre todo, demasiado educados. – puse los ojos en blanco al ver a mi amigo encogerse de hombros y asentir. – Si te parece que yo soy así, enhorabuena, mi madre es mucho peor. No necesito empezar el día con la conversación que sé que vamos a tener, y mucho menos en coreano.

Shetland (Min Yoongi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora