V E I N T I S I E T E

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– ¿Aún no ha llegado? – me preguntaba Maddie a través del teléfono.

– Al parecer el vuelo se ha retrasado y el avión está aterrizando ahora. – contesté revolviéndome en el incómodo asiento de metal. – ¿Cuánto tiempo crees que tardará en empezar a quejarse?

– Déjame pensar... ¿Un minuto? – ambas nos reímos. – Dirá que en esta ciudad siempre hace demasiado frío o que el café del aeropuerto es un asco. Seguro que se queja de alguna de esas dos cosas.

Y así me encontraba ese martes 15 de diciembre a las ocho de la tarde, esperando a que mi madre y su novio desembarcaran y se reunieran conmigo. Maddie intentó hacerme compañía telefónicamente todo el tiempo posible hasta que finalmente tuvo que abandonarme para cumplir con su trabajo. Después de lo que me pareció una eternidad, las puertas se abrieron y los pasajeros comenzaron a salir. incluyendo a la pareja que formaban ellos.

– ¡Lilly! – dijo el novio de mi madre emocionado al verme. – ¡Cuánto tiempo!

– Señor Park. – respondí inclinando levemente mi torso a modo de saludo respetuoso. – Permítame. – alargué mi brazo para coger su maleta y ayudarlo.

Caminamos hacia el coche que según mi madre era el vehículo menos seguro en el que había montado nunca y el cual insistía en cambiar constantemente a pesar de que yo siempre le aseguraba que estaba en perfectas condiciones. Durante el trayecto al hotel donde se alojarían, mi madre no paró de contarme lo bien que le iba a nuestra familia al otro lado del mundo, como si le fuera la vida en ello. Por un momento pensé en decirle lo poco que me importaba todo lo que me estaba contando y más teniendo en cuenta el escaso contacto que había tenido con ellos desde que nos mudamos a Corea, pero por el bien de todos decidí mantenerme callada.

– Mañana podemos ir a desayunar y a dar una vuelta por el centro. Necesito comprar un par de cosas. – dijo ella como siempre metida en su burbuja.

– Mamá, se te olvida que tengo clases. – contesté rápidamente mientras estacionaba en frente del hotel. – Me temo que hasta el jueves no te podré ver.

– Cierto, la cena con Min Yoongi. – bajamos del coche y sacamos las maletas. – ¿Por qué no te ha acompañado hoy? ¿Tanto miedo le doy?

– Tenía muchas cosas que hacer. Y no, no te tiene miedo mamá, deja de hacer esas bromas. – contesté del modo más cordial que pude. – Intenta no agobiarle cuando le conozcas, le cuesta mucho socializar.

– Lo dices como si me pasara todo el día hablando e incomodando a la gente. – me limité a sonreír forzadamente ante esas palabras. – Cariño, ¿me ayudas? – le pidió a su novio tendiéndole una maleta de mano.

– Bueno, tú solo tenlo en cuenta. – el señor Park puso su mano en mi hombro y apretó ligeramente en un intento de reconfortarme. – Será mejor que me vaya.

Escapé tan rápido como pude de allí sin fijarme siquiera en si mi madre se había dado cuenta de que me iba o seguía inmersa en su mundo donde solo ella importaba y el resto estábamos ahí de adorno. Durante el camino de vuelta intenté no pensar demasiado en los diez largos días que tenía por delante con mi madre en la ciudad.

Podría decir que me sorprendí al llegar a casa y ver a Jungkook tumbado en el sofá viendo la tele como si nada, pero realmente lo que me chocó fue el hecho de que Maddie no estuviese ahí.

– Me dijo que la esperase aquí, ¿te molesta? – dijo aclarando la situación.

– ¿Eh? – contesté saliendo de mis pensamientos y regresando a la realidad. – No, tranquilo estoy acostumbrada a verte por aquí. ¿Alex no está en casa?

Shetland (Min Yoongi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora