Luzu...
—Vuelves…en cada sueño que tengo. Caigo de nuevo en tu red. Sé que tarda un tiempo...Curarme de tí de una vez. —Cantó mientras cerraba sus ojos. No podía creer lo cobarde que alguna vez fue—Tuve…tantos momentos felices, que olvido lo triste que fue...
Creyó haberlo superado, de verdad lo creyó. Olvidarlo se le había hecho una tarea difícil y ahora descubre que el ojiazul otra vez lo atrapó en su red. Realmente no sabía si se trataba de orgullo, o de otra cosa, pero lo que si sabía era que tenía que actuar rápido antes de que sea conquistado por ese chico de cara seria y de gafas de mierda en la cabeza. Reborn le caía bien; era un buen chico. Pero Luzu estaba muy por encima, y no podía solo llegar y ponerse en medio.
Estaba en su habitación, había llegado de clases hace un buen rato. Le enorgullecía y le hacía feliz poder haber hablado con Luzu lo que nunca habían hablado. Se sentía tan en calma, pero a la vez inquieto. Ese abrazo, puede significar tanto, o no puede significar nada. Recuerda perfectamente el momento...
Ese día compartían dos clases, y a Luzu se le habían olvidado dos libros en el casillero. Pidió salir, y esa fue su oportunidad para poder hacer lo que debió hacer hace mucho. Pidió permiso para salir también, y casi corrió tras del castaño para poder hablar. El pasillo estaba vacío y seguramente lo estaría por mucho tiempo, así que era el momento preciso.
—¡Luzu!—llamó su atención. Él estaba a unos metros de donde el castaño ya estaba. Luzu se detuvo y giró, quedándose en su lugar; quieto y asombrado—, ¿Puedo hablar contigo un segundo? —preguntó una vez había llegado hasta él.
—¿Auron? Claro, si. Dime, ¿Qué…qué ocurre?—indagó aún perplejo. Estaba tranquilo a la vez que asombrado, mientras que el moreno se veía nervioso.
—Es que...quería disculparme—Insinuó cabizbajo.
—¿Cómo que disculparte? ¿Qué hiciste Auron?— preguntó con una ceja levantada esperando a que el más bajo dijera algo como "Es que le robé a Rubius la gorra y te culpé" o parecido.
—Es sobre lo que pasó hace un año Luzu. Quiero disculparme por eso.—Explicó mirando a esos ojos azules que le hacían tambalear.
—Oh…vaya.—Vociferó al aire con la mirada en el suelo.
—Fui muy estúpido y no merecías el trato que te di. Sabes que no soy bueno diciendo estas cosas, pero hago lo que puedo. Es bastante idiota, lo sé...yo solo—Suspiró—Solo espero que me perdones.
—Auron, yo te perdoné hace mucho.—Le sonrió. Muy en el fondo también esperaba una disculpa, pero nunca la pidió. El moreno lo miró confundido—¿Te sientes mejor?
—Si, si. Pero espera, ¿E-entonces no me odias? —En ese momento el ojiazul río sonoramente a mitad del pasillo.
—Auron, ¿Qué dices? Nunca te he odiado. —Dijo sonriente mientras miraba al de ojos caoba. El contrario estaba confundido, mucho, de hecho. Hasta él mismo se odió por el daño que le hizo, cuando él nunca lo odió.
Con los ojos empezando a lagrimear, Auron se escondió en el pecho de el castaño. Le abrazó mientras su corazón latía fuerte, y sus emociones venían en un torbellino. El más alto lo recibió y devolvió el abrazo, seguía en calma, lo cual era buena señal. El abrazo duró hasta que Auron al fin se separó, con la nariz de un carmín tenue y una gran sonrisa. Y en ese momento acompañó a Luzu por sus libros, y se fueron a clase juntos. En paz sin el aura tensa por las palabras nunca dichas.
Recordaba ese momento con exactitud. Extrañaba los abrazos de Luzu, y había olvidado lo hermosos que eran. La calidez que transmitía el castaño era simplemente magnífica, como estar en un lugar seguro donde sabes que nadie te lastimaría. Había pasado hace solo unas horas y todavía recordaba el aroma que él desprendía, pero como en los muchos anteriores abrazos de hace tanto, Luzu no tenía el corazón acelerado. No era difícil saber si el castaño se ponía nervioso, y antiguamente cada vez que se abrazaban, los latidos de el ojiazul podían sentirse rápidos en su pecho. Esta vez no fue así. Eso le daba mala señal, pero no lo tomó muy en cuenta.
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El Chico Del Skate [Luzuborn]
FanfictionReborn es el chico nuevo en la pequeña villa de Karmaland, un citadino frustrado por la presión de las calles de los santos se muda a los suburbios, donde todo era tranquilo, hasta que vio los ojos azules que lo dejaron embelesado, los aveces alegre...