XLI

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—¿Por qué crees que nadie llegue? —Indagó mientras veía la puerta de su casa.

—A ver, hombre, aún faltan veinte minutos paras las siete. Calma ya. —Alex sabía lo estresante e impaciente que podía ser Fargan, estaba acostumbrado.

Era como tener a un niño pequeño en los asientos de atrás del coche, preguntando "¿A qué hora llegamos?" a cada rato. Algo molesto, si se lo preguntan.

— Pero siempre hay personas que llegan más temprano de lo usual. —Lo miró a Alex, y el pequeño le puso ojos en blanco y se volteó para seguir ayudando a Mangel con las guirnaldas.

—El único que hace eso es Vegetta. —Comentó esta vez Lolito, que estaba haciendo de asistente de su novio mientras decoraban.

—A tiempo es tarde. —Se excusó el nombrado saliendo de la cocina con guantes de hornear y un mandil morado. Estaba haciendo galletas en cantidades inhumanas para los invitados, hasta se había apodado a sí mismo "galletogetta."

No tiene remedio, pensaron los demás.

La casa de Fargan, como ya había dicho muchas veces el moreno con tatuajes, era un completo laberinto, pero era buena para fiestas. El salón era grande, bastante, de hecho; grandes sofás de cuero negro, ventanales con vistas al hermoso jardín trasero, una mesa de billar, una barra que separaba la sala de la cocina dando un concepto abierto a todo el espacio. Y, dato curioso, no había nada demasiado delicado como jarrones caros o mierdas de cristal como en la casa de Vegetta, Willy o Luzu. ¿Por qué? Fargan es torpe e irresponsable, su madre desistió de comprar adornos caros, dejando paso abierto a lo rústico, divertido y algo minimalista.

No tenían que preocuparse demasiado por cosas que se pudieran romper, además de que iba a ser una fiesta tranquila. Alex aún no quería algo estilo Project X, eso lo estaba guardando para la graduación.

Por otro lado, el rumor de que los revoltosos del instituto planeaban una fiesta que no sería solo entre ellos, corrió rápidamente por los pasillos escolares, atrayendo a muchos interesados. Se estimaban unas cincuenta personas o más, lo cual era una completa locura considerando que sus fiestas suelen ser de diez personas, máximo once.

Algo tranquilo, habían dicho a la madre del tío del mechón blanco y afición por los búhos. Algo tranquilo...

Nah.

Con el pasar de los minutos, las siete de la noche se hicieron presentes en el relog, dando paso a que los invitados comenzasen a llegar. Caras conocidas se presentaban en la puerta, saludando y sonriendo, pasaban al domicilio y comenzaban a disfrutar de lo que empezaba a ser un ambiente de fiesta. La música sonaba y las luces habian sido reemplazadas por bombillas led que iluminaban bastante bien, dando un efecto bar, aunque no tan oscuro. Vegetta había sugerido que mantuvieran el ambiente hogareño de la navidad, por lo cual no se habían alocado haciendo que la casa del chico búho pareciera un antro.

Por ahora solo habían cuarenta y tres personas disfrutando de la fiesta, bailando y comiendo de las galletas en forma de árbol -cortesía de galletogetta- que habían sido todo un éxito, al igual que los tragos de chocolate caliente con licor de café.

Nuestro chico skater, quien estuvo ocupado todo el día planeando junto a sus compañeras de ¿banda? que no era una banda, no había bajado a la fiesta. Estaba nervioso, realmente nervioso. Sentía que con las chicas no había practicado lo suficiente para ese día, pero es que también hay que entender ¡Le dijeron hace menos de una semana! No era fácil aprenderse tres canciones enteras en guitarra y voz en tan poco tiempo, pero indiferente de eso había hecho todo lo que estaba en sus manos, solo esperaba que saliera bien porque las canciones que habían elegido entre los tres eran bastante geniales. Claro que él pensaba que la suya era la mejor. No es por presumir, es que la había elegido pensando en Luzu.

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⏰ Última actualización: Jan 18, 2022 ⏰

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