XXII

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Un nuevo día, un nuevo verso, nuevos sentimientos.
Las horas pasaban con rapidez. Había estado practicando la nueva canción que eligió y se le hacía más perfecta cada vez que la cantaba. Acordes, arreglos, notas, sonidos, música; hacían que su corazón latiera con fuerza y que su cabeza tuviera en mente una sola persona. Estaban en el almuerzo todos juntos en la misma mesa. Riendo, charlando, o simplemente mirando. Había llegado extremadamente temprano ese día, como el día anterior para que nadie viese como ponía la nota en el casillero de Luzu.

—Chicos, tengo que confesarme ante ustedes. Ameno dorimé. —Dijo llamando la atención de todos el chico peli teñido de gorra de oso— Creo hoy, tomaré toda la confianza en mí mismo que he reunido por años, y le diré a Nieves que me gusta.—Añadió con ambas manos juntas. Sorprendió a todos de sobremanera.

—Wow, Rabis. Que bueno que al fin lo harás, tío.—Felicitó el castaño de ojos azules con una sonrisa.

—¡Los dioses me han escuchado! Al fin, hijo mío. Tenías ya años siendo simp de clóset—Celebró entre risas el de mechón blanco.

—Que valiente tu. ¿Qué le dirías?—Preguntó Lolito aún masticando un sándwich.

—Que me gusta. ¿Por qué, hay que decir más cosas?—Cuestionó nervioso el teñido.

—A veces a las chicas les gusta el mucho texto.—Soltó el ojimorado— Aunque creo que solo decir el "me gustas" es algo para lo que hay que tener agallas. Suerte con eso.

—¿Por qué no la invitas a salir, tío? O algo, no sé. Mu' frío así solo ¿No?—Opinó el de gafas y hoodie gris.

—Lo están poniendo nervioso, déjenlo ya—Llamó el albino de boina en un tono rudo. Ser regañados por Willy daba miedo. Los potentes ojos verdes eran demasiado profundos cuando estaba enojado—Estarás bien. Solo dicelo, y espera lo peor.

—¿Por qué esperar lo peor? —Preguntó intrigado  Reborn, quien tenía su atención en el debate.

—No se hace ilusiones, bueno, más si es que eso es posible. —Explicó con neutralidad.

—Mmh, no lo sé eh. Mamá dice que siempre espere lo mejor y eso vendrá a mí de vuelta—Alegó Rubius—Uno prociento de esperanzas, noventa y nueve porciento de fé. —Finalizó en una pose heróica.

—Yo le doy razón a Willy, pueden que te digan que no y quedes como pringa'o. —Dijo esta vez Auron levantando la mirada del móvil.

—¿Saben algo? Le están quitando toda la 'confianza en sí mismo que había reunido todo este tiempo' solo hazlo. Confía en tí y no necesitarás nada más.—Un silencio se había formado hasta que Reborn habló. El miedo que estaba en los ojos del teñido se esfumó por un momento y su sonrisa se ensanchó nuevamente.

—¡Reborn!—Llamó alargando la letra "o" en el nombre. Rubius estiró la mano hasta donde estaba él para chocar las manos.—¡Gracias, tío! Y no gracias para varios de ustedes, y Will- ¿A dónde se ha ido Willy?

—¿Rubius qué tenías en las manos? —Preguntó Reborn al ver que su mano estaba llena de una mezcla extraña. El llamado se encogió de de hombros.

La conversación continuó en cosas triviales y con Reborn levantándose para ir al baño a lavarse las manos. Andaba feliz ese día. Al llegar más temprano de lo usual le permitió hablar solo con Luzu ya que era de los que también llegaban muy temprano.  Trataba de prestarle atención como podía aunque sin mucho éxito debido a lo espectacular que lucía la mirada del ojiazul ese día, y lo lindo que estaba su cabello y la forma en la que movía sus labios al hablar. De verdad estaba embobado.

Llegó a la puerta del baño, y desde allí comenzó a oír susurros. Una tenue voz, eran murmullos pero se escuchaban perfectamente conforme se iba andentrando más en los sanitarios; alguien estaba cantando. Era una voz conocida, aunque era distorsionada por el dolor que denotaba. Era una canción lenta y triste, la voz se escuchaba quebrada y apenas con fuerzas. Era una hermosa y rota voz. Prestó atención a las palabras.

El Chico Del Skate [Luzuborn] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora