El ritmo que poseía en sus delicadas y alargadas manos era simplemente espectacular, y eso Mike lo notó una vez la vio jugando con los lápices. Quiso mencionar el tema de la música a la, en ese entonces, pequeña pelinegra pero siempre estaba con su hermano haciendo tareas del colegio. Un día Mike solo mandó todo al carajo y le escribió desde el móvil de su hermano para que fuera a su casa y luego borró el mensaje. Tenía miedo, tal vez la niña creería que él quería hacerle algo, pero no era así. A la hora citada, la pequeña de doce años llegó a la puerta de su casa y extrañada de que era el hermano de su amigo quién estaba parado recibiéndola, preguntó por Louis. Mike alegó que fue él quien la citó y eso la incomodó por un momento, ¿Qué querría hacer mayor con ella?—¿Pasas?—Le preguntó nervioso. Ella le achicó los ojos por un momento.
Nunca había intercambiado con él muchas palabras, usualmente siempre eran saludos y despedidas. Entró algo asustada, su madre ya la había dejado allí y no tenía a dónde ir, además si pasaba algo raro solo tenía que gritar.
—¿Para qué estoy aquí, Mike? —Indagó con los ojos puestos en la espalda del más alto mientras caminaban.
—Mónica, ¿Recuerdas el día en el que mis padres me regañaron frente a ti y Louis? —Volteó a verla. Ella asintió—¿Recuerdas el ruido que se oía por toda la casa y no los dejaba estudiar?
—¿Hablas de los tambores que tocas, que Louis dice que son molestos?—Cuestionó ladeando la cabeza.
—¡Exacto, niña!—Le sonrió y puso sus manos en los hombros de la pequeña.— Sígueme por acá.
El hermano de Louis es raro. Era lo único que podía pensar la ojiazul de doce años. Lo siguió, algo en ella le decía que Mike no iba a hacerle daño. Pasaron por la cocina hasta llegar a una puerta blanca de madera. Siempre veía a Mike entrar y salir por esa puerta, aveces enojado y aveces triste, pocas veces feliz. Hoy se le veía contento por alguna razón.
—Este es el garaje, es mío por un apuesta que gané con papá—Fanfarroneó abriendo la puerta, dejando ver un espacio grande con un montón de cosas geniales. Habían muchas luces colgantes, pósters, un desgastado sofá y banquetas; pero lo que más resaltaba y estaba en medio de todo, era la enorme batería de color gris oscuro metálico con detalles cromados—¿Te gusta? Es un set Ludwig del 97. La compré en subasta luego de reunir por casi un año entre mesadas y trabajos de medio tiempo luego del instituto. Es lo único que tengo que he comprado yo solo.
—Vaya…—Musitó acercándose al gran instrumento con lentitud. Varias veces había visto videos de hombres con cabellos alborotados y muy largos tocando la batería, también había visto chicas, pero muy pocas veces.
—Siempre quise enseñarle a Louis a tocar, pero su ritmo es pésimo. Es muy rígido—Rió mientras se acercaba a un cajón y sacaba dos varas de madera de él, las que reconoció como baquetas—En cambio, tú, bueno, la otra vez te vi haciendo ritmos con lápices. Tienes talento, niña.
—¿Quieres que intente tocar la batería? ¿Y para qué?—Se encogió de hombros al preguntar.
—No lo sé, no tengo nada mejor que hacer. Además, veo en tus ojos curiosidad—Insinuó—Dale anda, ven acá.
Desde esa tarde que tomó las baquetas en sus manos y golpeó los tambores y platillos por primera vez, supo que quería hacerlo de nuevo todos los días de su vida. Lamentablemente, luego de enseñarle todo lo que sabía por un año entero, Mike murió en un incidente de tránsito, Louis y su familia se mudaron y nunca supo más de la famila Highway. Seguramente la batería que el pelimarron amaba fue vendida y posteriormente olvidada, y era lo que Mónica más lamentaba. Mike era considerado el rebelde de la familia, siempre con su música y sin oído para más nada, con notas bajas por poca concentración y con pocos amigos. Para aquella pequeña niña de doce años él era un hermano, maestro y gran amigo, y nunca olvidaría las clases de batería a las tres de la tarde en el garaje.
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El Chico Del Skate [Luzuborn]
FanfictionReborn es el chico nuevo en la pequeña villa de Karmaland, un citadino frustrado por la presión de las calles de los santos se muda a los suburbios, donde todo era tranquilo, hasta que vio los ojos azules que lo dejaron embelesado, los aveces alegre...