XXXVII

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—Promete llamar. —Le señaló con su dedo índice de manera acusatoria.

—Promete hacer lo que te dije. —Le respondió en el mismo tono y rió.

—Si. Se lo diré, ya deja. —Rió por lo bajo—Te voy a extrañar, Rebón.

—Tambien te extrañare, Otaku de mierda. — Se despidieron con un abrazo que duró algunos segundos—. Dile a tus padres, a Mara y a Axo que envío saludos. —Añadió y lo vio asentir. Lo siguiente que vio fue a su mejor amigo montarse en el taxi que lo llevaría directamente a la ciudad.

Sintió una mano tomar la suya y la recibió con gusto, ya sabía de quien se trataba. Miró al castaño y le dió un beso en la cabeza. Ese día había sido un día largo; primero ir al instituto trasnochado y ahora se despedía de su mejor amigo porque ya su tiempo de visita había terminado. Pero, ¿y qué tal la noche anterior? La fiesta de ayer fue una total montaña rusa de emociones, para todos. Lo que sucedió luego de que Willy se fuera fue muy triste, ya que era la primera vez que tanto él como los chicos veían a un Rubén tan roto. La fiesta acabó en ese momento. Lolito se fue junto con Auron, Fargan y Mangel, Luzu llevó a Reborn, Momon y Vegetta. Rubius se quedó en casa de Alex por petición del más pequeño, con la promesa de que lo cuidaría e intentaría hablar con él.

Para los chicos fue inevitable comentar el asunto; tuvieron el típico intercambio de opiniones y no llegaron a ningún lado ya que no había un lado justo por el cual sobreponerse. Willy tenía razón en estar mal, y Rubius tenía razón en estar mal también. Llegaron a la conclusión de que era problema de ellos dos y aunque fueran amigos no podrían meterse en ese tipo de asuntos tan delicados. Por otro lado, desde anoche no sabían nada sobre Willy. Llamaban y caía apagado, llamaban a su casa y no atendía nadie, el ojimorado llamó a los padres y ellos tampoco contestaban, y nadie tenía el número de la aparentemente mejor amiga de Willy: Kristina. Estuvieron preocupados todo el día y no era para menos, considerando lo que sucedió la última vez que dejaron ir solo a Willy en un mal momento.

—Los chicos proponen ir a casa de Willy a preguntar por él, ¿Vamos? —Preguntó el castaño cuando ya el taxi estaba fuera del campo de visión. El contrario lo miró inexpresivo, para luego alzar otra vez la mirada y soltar el aire que contenía.

—¿Crees que esté bien ir a buscarlo todos a su casa?—Indagó con preocupación.

—Solo iremos a ver si está bien. A nadie le contesta y ya es preocupante. —Insistió. Al skater también le preocupaba, pero sabía que si a Willy le hubiera pasado algo ya lo sabrían, y eso dejaba la posibilidad de que sólo estuviera encerrado en su casa queriendo estar solo.

—Está bien, vamos. —Accedió dubitativo.

Los dos subieron al coche de Luzu y arrancaron directamente a al domicilio del albino de boina verde. Reborn nunca había ido, pero según Luzu era un viaje algo largo ya que quedaba casi a las afueras del pueblo en una zona llana. Fue todo el camino mirando al frente mientras conversaban sobre como el tiempo desde que el de cabellos marrón oscuro llegó al pueblo había pasado volando. Quién diría que la siguiente semana sería última antes de vacaciones de navidad; el tiempo sí que corría.

Estaba observando sin pena a Luzu conducir; no podía engañarse a sí mismo, la pose de conductor le quedaba sexy. Hizo eso hasta que su atención fue atraída por un cercado blanco gastado y lleno de enredaderas. Pasaron algunos muchos metros y se pudo ver un portón del mismo color con un una figura en el centro que se asemejaba al sol. Vio a los vehículos de sus compañeros estacionados dentro de la residencia. El vigilante al ver el coche de el hijo de los Luzuriaga lo dejó pasar no sin antes asegurarse de que fuese él, y finalmente estaban dentro de la residencia Díaz. Era una hermosa explanada llena de pasto verde y jardines hermosos, más adelante se alzaba una grande y lujosa mansión rustica pero sofisticada hecha de madera oscura. Tuvieron que deforestar todo este campo para eso, pensó el skater.

El Chico Del Skate [Luzuborn] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora