El Chico Del Skate [Luzuborn]

XVI

Ignorar. ¿Cuál es la definición de ignorar? Bueno, en palabras grandes o líneas generales, se trata de no prestar atención, o de desviar la atención con tal de no centrarse en algo en concreto. Reborn desviaba su atención a otra cosa que no fuese Luzu, y Luzu desviaba la atención a algo que no fuese Reborn. El caso era que ambos se ignoraban mutuamente. Intentaban hablar, pero alguien hablaba primero, se veían, pero las miradas eran frías e incompresibles a los ojos del contrario. Ambos desanimados por mal entendidos.

Era la hora del almuerzo y como siempre, estaban los diez chicos en la mesa comiendo de las cosas que habían comprado. Por alguna razón, hoy Auron no se había sentado entre Lolito y Rubius, bien sino que se sentó junto a Luzu y estaban bastante tranquilos. No había tensión y eso Reborn lo notaba. Todos estaban hablando y compartiendo, pero él en particular estaba intranquilo; sabía que Luzu lo ignoraba, podía sentirlo en la mirada azul del chico, lo que no sabía era la razón.

En un intento más de desviar la atención nuevamente del castaño, miró hacia cualquier lado del alrededor, encontrándose con otros ojos azules, pero esta vez más oscuros. Ahí iba ella, caminando lentamente por las mesas buscando algo o alguien; no se detenía e iba erguida con la mirada al frente. Mónica iba buscando a la hermosa chica de cabellera rubia a la que había prometido hablar. Reborn esto lo sabía, sabía que ella cumpliría su promesa y eso lo hizo sonreír por inercia mientras la miraba ir a por su cometido.

El lo vio, lo vio sonreírle a la hermosa chica alta y esbelta de largos cabellos negros mientras pasaba. Todos lo habían visto, pues no tuvo ni una pizca de disimulo.

—Hombre, Reborn. ¿La víbora enserio? —Indagó el pelinaranjo en tono de broma.

—¿Qué? —Volteó desorientado y los miró confundidos a todos.

—Que todos te vimos, ratón. Estabas mirando a Mónica.—Mencionó el de mecha blanca en tono cantarín antes de darle un mordisco a su sandwich.

—¿Cómo?—Preguntó de manera retórica, pues había escuchado bien. El de mecha asintió y luego vió como todos tenían sus miradas puestas en él. Entró en pánico, no quería que alguien pudiera mal interpretarlo o que Luzu pensase que él y Mónica tenían algo—Mónica y yo somos amigos, y ya.

—Esa es la cosa Reborn; Mónica no tiene amigos u amigas. Es demasiado odiosa. —Habló esta vez el moreno de piercing.

—Pues es mi amiga, y...al parecer—Hizo una pausa para voltear a ver hacía la diagonal de dónde estaban. Su vista estaba en la pelinegra nuevamente, pero esta vez ella no estaba sola, estaba con una dulce chica de cabellos rubios y ojos miel. Todos miraron hacia allí para verlas también—Está haciendo otra amiga. —Terminó sonriendo con orgullo.

El castaño ojiazul estaba atónito y la escena que veía le hacía inmensamente feliz; Monica y Lana estaba hablando y riendo juntas. Cuando vio el otro día a Reborn con la pelinegra no pudo evitar sentirse mal por él mismo, pero más le entristecía pensar en como se pondría Lana si se lo dijera. Y ahora que veía a las chicas y a Reborn, las cosas podían no ser como él las había puesto, tal vez iban en otro orden. Por su lado, Reborn, se sentía bien por hacer un buen trabajo y animar a la ojiazul para que hablase con la rubia, ahora solo quedaba que ella consiguiera la información para poder seguir con el plan.

Estaba demasiado sumido en sus pensamientos como para notar cualquier cosa que sucediera. Tenía muchas cosas que hacer y pensaba en cada una de ellas con cuidado, viendo cada posibilidad y todas las entradas, salidas y variables. Crearse su propia historia con la información que tenía era poco prudente; tenía que saber toda la verdad cuanto antes o terminaría perdiendo los estribos.

El almuerzo acabó y todos se fueron a sus respectivas clases; el horario anunciaba dos clases más y podrían irse todos a sus casas. Las últimas clases le tocaban solo, y lo consideraba suerte ya que quería estar un rato a solas y pensar. Era inevitable para él, reaccionar mal a la repentina cercanía entre Luzu y Auron, más que todo porque sabía que si se trataba de conquistar él no tenía mucho a su favor, o eso creía. Se sentía amenazado, alguien más también quería la atención del ojiazul, y eso le ponía de los nervios.