XXIII

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—Entonces, ¿anualmente los llevan a acampar a todos como una actividad escolar? —Repasó para ver si había escuchado bien.

—Se llama campamento de conexión con el medio ambiente y desarrollo de la supervivencia. El año pasado fuimos en marzo. Tal vez este año vayamos en enero. —Explicó esta vez el ojiazul.

A penas salir de la última clase ambos se vieron en la entrada de el instituto para irse juntos a la heladería, la mejor heladería del pueblo, según Luzu. Las cinco de la tarde y varios reflejos amarillos en el cielo daban a entender que pronto atardecería. Ambos jóvenes conversaban en una mesa para dos, con postres helados frente a ellos. El ambiente era cálido, hablaban de cualquier cosa, reían de lo que fuera, y en sus rostros no dejaba de haber un ligero rubor natural o una sonrisa.

—¿Cómo fue el año pasado? El campamento. —Preguntó el de cabellos oscuros para después meter otra cucharada de helado a su boca.

—Fue genial, claro, excluyendo las cosas que casi producen muertes. —Reborn en ese segundo sintió confusión e intriga. El contrario vio su cara y rió— Rubius se perdió tres veces, Auron casi cae a la fogata, y Willy se cayó al lago. —Contó mientras soltaba pequeñas risas— No es por presumir pero tengo amigos suicidas. —Añadió irónicamente haciendo reír al más alto de sobremanera.

—Tío, no me jodas. —Rió— Quisiera haber visto eso.

—El instituto hace muchas cosas así, es divertido. —Soltó acomodándose el cabello.

—¿Qué otras cosas hacen? —Preguntó haciendo que Luzu tuviera que hablar otra vez. Tal vez nunca diga a nadie que lo vería hablar por horas y horas.

—Está el show de talentos que éste viernes, también hacen eventos de navidad antes de vacaciones de navidad, hacen del día de San Valentín, hacen lo del campamento, las elecciones de la presidencia del concejo estudiantil, hacen una celebración extraña que se llama "Día de viaje en el tiempo" donde todos se disfrazan de personas del pasado siguiendo sus culturas. —Mencionó contando con los dedos.— Recuerdo que con los chicos nos disfrazamos de cavernícolas.

—Suena muy divertido todo, tío. ¿Éste año harán lo mismo, verdad? —Cuestionó nuevamente.

—Probablemente, sí. —Afirmó sin más.

—Será divertido acampar, no lo hago hace como diez años. —Un ringtone comenzó a sonar. Era el móvil de Reborn, una llamada entrante interrumpió la conversación— Es un número desconocido, que extraño. Dame un segundo, Luzu. —El castaño asintió mientras tenía la boca llena de helado. Respondió allí mismo.

—¿Sí?

—Necesito ayuda.

—¿Con quién tengo el placer de hablar?

—Guillermo Díaz, ¿Te suena, eh Reborn?

—¿Willy? Eh, qué- para- ¿Para qué querrías ayuda?

—Lo diré…todo. Y necesito ayuda, no sé cómo hacerlo.

—Bueno. Justo ahora estoy ocupado, te llamaré más tarde ¿Vale?

—Dime que me ayudarás, antes de que me arrepienta de todo esto.

El Chico Del Skate [Luzuborn] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora