XXXVIII

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Una simple oración de diez palabras, otra vez se había quedado helado. No era la primera vez que le pasaba, recuerda la primera vez que Luzu lo invitó a salir; allí si que se tardó en procesar. Pero esta no era como esa vez, ahora estaba con el miedo y los nervios a flor de piel, se había puesto pálido y sus manos temblaron un poco. No era posible, ¿Qué pasaría ahora? Pensaba. También pensaba en sí bien huir del país y llevarse a Luzu en una caja, o afrontar lo que se venía.

"Mis padres me pidieron que te llevara a cenar hoy"

Los padres de Luzu... pánico.

—¿Si me escuchaste o...?—Lo devolvió a la realidad. Sacudió ligeramente la cabeza y lo miró con los ojos más que abiertos.

—¿Tus padres quieren que vaya hoy? Creí que esos procesos se hacían después de más tiempo. —Se rascó la nuca. La verdad era que estaba muy asustado, recordaba como lo habían mirado sus padres el día del recital de Luzu hace unos meses atrás y aún le daba una especie de espinazo.

—No lo sé, el tiempo para cosas así siempre varía.—Se encogió de hombros— No sé cómo mamá se enteró de lo nuestro, ella le dijo a papá y ahora quieren saber quién eres.

—Tus padres me dan miedo. —Lo miró asustado y preocupado. El castaño suspiró y puso una mano en la mejilla del contrario.

—Tambien a mí un poco, pero solo quieren saber si eres un buen chico y un buen ejemplo para mí. Y no tengo miedo de que vayas, porque sé que si lo eres. —Le sonrió tiernamente al finalizar la explicación y no sé pudo sentir más enamorado del castaño en ese momento. Sonrió bobamente en respuesta y sintió calor en la cara.

—Está bien, iré por tí. Espero caerles bien. —Rió tranquilo y tomó con su mano la mano de Luzu que descansaba en su cara, le dió un tierno beso y luego hizo lo mismo con él.

Le encantaba tener muestras de afecto con Luzu de manera pública, se sentía tan correcto aunque se ganasen algunas miradas de desaprobación.

La única mirada que importaba en ese momento era la contraria.

Estaban en otro día de instituto, paseándose por los jardines durante el almuerzo sin intención de ir a la mesa redonda con los demás. Había uno que otro estudiante allí, estudiando o charlando. Ellos iban caminando lado a lado, asegurándose de que el otro haya estudiado para los exámenes de ese día. Ya habían tenido uno; examen de química. Luzu contaba que había salido con nota perfecta, y Reborn respondía que le faltaron dos puntos para llegar a esa perfección. No le sorprendía para nada que Luzu fuera estudiante con honores.

—Debes estar más que listo a las siete. —Le explicó y el de cabellos desordenados asintió.

—¿Cómo debería vestirme? —Se le notó temeroso. El ojiazul le sonrió.

—Lleva lo que quieras, por mí podrías ir en pijamas.—Bromeó, pero el skater no estaba para tomarse esa cena en juego.

Era momento de ponerse el traje.

[…]

Seis cincuenta y ocho de la noche y como prometió, estaba más que listo. Su traje estaba bien planchado y su cabello medianamente bien peinado, había practicado las respuesta que daría a posibles preguntas y se sentía listo para todo. Eso hasta que un claxon sonó fuera de la casa, allí toda su confianza se fue hasta su garganta y sus manos comenzaron a sudar.

Con algo de prisa tomó sus llaves y abrió. Un elegante coche negro con vidrios polarizados estilo limusina estaba frente a él, sin duda Luzu no fue quien lo había ido a buscar. Un hombre alto y delgado se bajó del coche. Tenía un fino traje completamente negro con una corbata roja tenue con líneas diagonales y su cabello estaba bien peinado hacia atrás. Portaba consigo un aura intimidante y elegante que hizo al skater ponerse más nervioso. El conductor rodeó dicho coche hasta llegar a la puerta de atrás y abrirla para él.

El Chico Del Skate [Luzuborn] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora