Apariciones

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Después de los tres meses de la desaparición de Wei Wuxian y el comienzo de la Campaña para derribar al sol, el miedo junto con la energía negativa comenzó a invadir la oficina de supervisión en la que se escondía Wen Chao junto a su novia, estaba, por no decir asustado, enojado con todo mundo, pues le habían informado que su hermano Wen Xu fue decapitado. No creyó que tal campaña fuera tan poderosa, al inicio solo lo tomaron como una broma porque nadie podía derribar a la gran secta Wen, pero ya habían quemado y derrumbado la gran mayoría de las oficinas de supervisión. Dejó a su gritona novia en su habitación para irse a tomar al salón, Wang LingJiao no había dejado de chillar, gritar y quejarse por sus pesadillas, de no ser porque necesitaba a alguien que calentara su cama la habría mandado al carajo desde hace mucho.

No había pasado ni treinta minutos cuando Wen Zhuliu lo estaba sacando de la oficina, los guardias estaban comenzando a morir y Wang LingJiao ya se había suicidado por miedo. Todos ellos, muertos, congelados, quemados, estrangulados, decapitados, desangrados, una escena y un hedor que solo los que han estado en el infierno tolerarían. Talismanes extraños por todas partes, alguien había ayudado demasiado en la cacería de perros Wen, según la perspectiva de Jiang Cheng quien estaba examinando la abandonada oficina junto Lan Wangji.

Fueron tres días seguidos en los que las muertes de los discípulos Wen fueron masivas, al cuarto día lograron encontrar a Wen Zhuliu en una estación de mensajería con dos pisos de altura, Lan Wangji en cuanto alcanzó a Jiang Cheng, entraron silenciosamente a la residencia, escondiéndose en el techo. Por una pequeña abertura en el techo podían ver como Wen Zhuliu cargaba con una persona frágil y temerosa, su voz estaba quebrada y no paraba de temblar, ambos chicos completamente confundidos se miraron entre sí y luego volvieron la vista al cuarto ¿Quién será esta persona? Poco a poco la persona encapuchada se quitó la gorra dejando ver a un calvo, casi leprosa por la enorme cantidad de quemaduras y llagas en la piel ¡era Wen Chao! Era curioso como alguien orgulloso, egoísta y de innecesaria autoestima terminara de esa manera, calvo, herido y sobre todo, necesitado. Estaba tan asustado que sus paranoias no le permitían ver una vela encendida o escuchar el silbido del viento, no podían ver ni la sombra de la persona que alguna vez fue.

Cualquiera que viera la escena podría jurar que Wen Chao estaba a nada de morir de un paro cardiaco, pues su miedo estaba aumentando conforme escuchaba cada paso avanzando por las escaleras, revelando a un chico esbelto, pálido con una flauta en mano, era la prueba viviente de que la secta Wen después de todo no era tan poderosa como dice ser, Wei Wuxian había regresado de la muerte, no siendo el mismo cabe recalcar; sus mejillas siempre estaban echas bolita y sus ojos curveados por las constantes sonrisas pero esta vez no había ni un solo indicio de ello. Wen Chao se tapó el rostro tratando de esconderse inútilmente, llamó a su más leal discípulo buscando ayuda pero solo consiguió ser la burla de Wei Wuxian.

- ¿Crees que llamarlo ahora te será de utilidad?- Se acercó un poco pateando algo blanco, un bollo de carne que Wen Chao había desperdiciado- Todavía en tus condiciones, ¿Te atreves a ser quisquilloso?

Wen Chao negándose a comerlo, se arrastró por el suelo sin poder caminar, no por miedo, sino por que la carne de sus piernas había sido comida y cortada, los vendajes se atoraron revelando la carne colgando de sus blanquecinos huesos con una cubierta de sangre seca. Inmediatamente sus gritos de dolor y agonía llenaron la sala, Wei Wuxian importándole poco, levantó ligeramente sus túnicas y se sentó en otra mesa dándole de comer dedos humanos a un chico fantasma que hizo aparecer debajo de la mesa, para ser más exactos, los dedos de Wen Chao. Todo era tan sádico, tan mórbido que Lan Wangji y Jiang Cheng no sabían como reaccionar, Lan Wangji estaba impaciente por no decir que algo asustado por la forma en la que, el alegre Wei Wuxian que lo sacaba de quicio, lucía.

Dentro... ¡Fuera!//Mo Dao Zu ShiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora