Capítulo 41

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Pov Razvan

-Ahórrate lo que estés por decir -Digo rápidamente.

-Espero que estés seguro de lo que estas haciendo -Dice con tono serio, impasible. Ignorando lo que he dicho antes.

-No es de tu incumbencia -Digo bajando las escaleras.

-Tienes razón, no lo es -Camina por el recibidor tomándose un trago -Solo deberías pensar que si lo que vas a hacer realmente vale la pena.

-Nadie pidió tu opinión -Siseo, pocas son las veces que logran sacarme de casillas y Vladimir lo estaba logrando.

-En eso también tienes razón, no me importa, solo diré que estás cavando tu propia tumba.

-Vladimir, sabes que ella no es un simple capricho, esto no es efímero como lo que te pasó con Miley, así que no me pienso dar mi brazo a torcer, ese perro no me la va a robar -Digo enojado.

-Me gusta, me es atrayente y me pareció muy excitante todo eso de raptarlas y seducirlas, lo intente, y no funcionó, yo sé perder hermano, y sé ella no me va a corresponder -Su rostro es imperturbable -Y tú deberías seguir mi ejemplo, déjala en paz.

-Pues me niego, yo no pienso igual, ella va a ser mía, así me toque matarlo a él -Respondo muy enojado y desaparezco, dejándolo con la palabra en la boca.

En muchas oportunidades había entrado hasta su manada sin ser detectado, y había podido verla en varias ocasiones, observando cómo día a día su hermosura era mayor, el embarazo le estaba sentando de maravilla y su sonrisa no desaparecía, cosa que no hacía más que enojarme en sobremanera, porque yo anhelaba ser el causante de su felicidad, anhelaba ser yo, el padre de su hijo, y por mas que mi solitario corazón me había pedido acercarme en múltiples ocasiones, no lo había hecho, me conformaba verla de lejos, temporalmente.

Llevaba varios meses esperando el momento justo para ejecutar mi plan, y ese momento había llegado. Hacía más de un mes que no me acercaba a ella y la ansiedad me está consumiendo. Sé que ella me odiara por lo que pienso hacer pero con el tiempo me entenderá y me perdonará.

Cree una alucinación en los guardias para que activarán la alarma en la manada, y así lograr que el perro saliera a atenderla, y mantenerlo muy entretenido por un tiempo.

Abrí la ventana sin tocarla e ingrese al dormitorio, su olor me golpeó con fuerza dejándome alucinado, mi garganta quemaba, tenía sed, quería de su sangre. Nunca antes me había afectado tanto, y la sensación era desquiciante.

Camine en el dormitorio y me detuve justo al pie de su cama. Amaba verla dormir, eran pocas las veces en que podía hacerlo, porque siempre estaba él. Pero hoy era diferente, hoy la llevaría conmigo.

Estaba a punto de acercarme más a ella cuando percibí que su olor ya no era el mismo, había cambiado y ya no me parecía atrayente, olía a perro mojado. Mi sorpresa fue al notar que el olor que me desquiciada tanto, ya no provenía de ella si no que provenía del otro extremo de la habitación.

Un poco confundido, camino a el lugar del que provenía ese olor, su olor, Mi Regina.

Me acerco a una cuna, y quedo totalmente sorprendido al mirar dentro de ella; unos hermosos ojos cafés me miran y yo me quedo hipnotizado, no puedo dejar de mirarla, sus ojos me ven como si hubiera esperado por mí, y en su rostro se forma una sonrisa dejándome fascinado.

Ahora lo entiendo todo. Siempre fue ella.

Me acerco a ella, y sin poder evitarlo la tomo en brazos, pegándola a mi pecho e inhalando su olor, mi muerto corazón late desbocado a punto de salirse del pecho.

-Siempre haz sido tú -Susurro y ella lleva su mano a mi rostro y yo detengo el tiempo, guardando en mi memoria este momento, ella no llora, no se queja, ella solo me mira con una sonrisa, como si disfrutará del momento.

Después de lo que parecieron milésimas de segundo, pero que en realidad fueron minutos, ella se duerme en mis brazos. La recuesto en su cuna, y dejó que el tiempo siga su curso, quedándome de pie velando su sueño.

Salgo de mi transe cuando siento unos pasos acercase a mi, y me giro a su encuentro, sabía que era ella, Kylie.

-¿Qué haces aquí? -Se sorprende mucho al verme, no esperaba verme aquí.

-Vine por ti… -Ella abre sus ojos y su rostro pierde el color, tiene miedo -Pero he cambiado de opinión -Añado y me giro para seguir contemplando a Mi Regina.

-Si lo que quieres es a mí, estoy dispuesta a irme contigo pero no le hagas nada a mis hijos -Dice interponiendo su cuerpo entre ella y yo. Conteniendo el llanto.

¿Hijos?

Solo en ese momento me percató de que hay otro bebé en la cuna, son gemelos.

-Baja la voz, que la vas a despertar -Digo al ver a Mi Regina removerse.

-Por favor no les hagas daño, ellos…

-No pienso hacerles daño, deja de preocuparte -Digo mirándola con el ceño fruncido -Prometo que me alejare de ti -Pero de ella nunca.

-¿Qué te hizo cambiar de opinión? -Pregunta sorprendida.

-Descubrí que no eres para mí, que todo fue un error -Le digo la verdad a medias.

-¡Oh! ¿En Serio? -Responde sarcástica, cosa que no me agrada -Eras el único que no se daba cuenta -Añade a la defensiva.

-¿Cuál es su nombre? -No estoy para juegos.

Ella frunce el ceño, debatiéndose en si debería o no decírmelo.

-¿Para que quieres saberlo? -Pregunta desconfiada.

-¿Por qué no puedo saberlo? -Respondo sin inmutarme.

-Alec y Alice -Dice analizándome críticamente.

Alice

Su nombre se vuelve agua en mi boca y mi corazón vuelve a latir al escucharlo.

-Mañana creerás que esto ha sido un sueño -La miro fijamente a los ojos y ella se desvanece en un profundo sueño.

La tomó rápidamente, dejándola sobre su cama y regresó hasta su cuna para mirarla detenidamente antes de salir rápidamente de allí.

Corro por el bosque, porque lo necesito, necesito quemar la adrenalina que recorre mi cuerpo, y las ganas que tengo de regresar hasta ella, el olor de su sangre ha sido como heroína por mis venas, adictiva.

Sigo corriendo hasta llegar al pie de una cascada, la misma cascada que llevó frecuentando por muchos años, más de los que quisiera admitir.
Sus ojos regresan a mí mente, haciendo que mi corazón vuelva a latir con fuerza.

SIEMPRE HAS SIDO MÍA (Saga Gemel@s) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora