Capítulo Siete.

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Sábado, 1 de diciembre del 2018

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Sábado, 1 de diciembre del 2018.

Cuando acepté conocer a los amigos de Min Su no esperaba que ellos en verdad quisieran verme de nuevo. Confirmé que me había equivocado una semana atrás al ir con Yeon Gi al arcade, pero eso no fue suficiente para prepararme ante la siguiente invitación para verlos.

Pasó la noche del jueves, y el día siguiente en la escuela fue lo primero que le conté a Chan Yeol.

—¡Ahora quieren que juegue baloncesto! —exclamé al tomar asiento junto a Chan Yeol, quien se reía de mí.

—¿Sabes jugar baloncesto?

—¡Claro que no!

—¿Entonces por qué aceptaste ir? —preguntó entre risas.

—Porque es la primera vez que un grupo de personas me invita a hacer algo —resoplé, como si no fuese evidente.

Y porque ella estará ahí, pero eso no se lo dije.

Yeon Gi me invitó a jugar baloncesto con ellos este sábado, es decir, hoy. Comentó que Min Su podría llevarme en su auto a casa de Soo Yeon de nuevo. Ni siquiera lo pensé mucho, solo acepté, pero le confesé que no tengo ni idea de cómo se juega.

—Dijo que me enseñarían —le expliqué—, pero no lo tendrán fácil, nunca he sido bueno en los deportes.

—Eso es algo que tenemos en común —asintió—. Te deseo buena suerte, Tae Joon.

La necesitaré, estoy seguro.

Abro mi armario y noto que no tengo ropa que sirva para hacer deporte. Exceptuando mi uniforme escolar, todos mis pantalones son jeans negros, sin excepción. Jeans normales, rotos, ajustados, sueltos, pantalones rectos, un par de cargo, y el short que uso como pijama. Todos negros. Cuando los compré no pensé que llegaría un momento donde necesitaría algo más cómodo. Resoplo. El uniforme de educación física se está lavando, así que no tengo nada que usar. Debí tomar esto en cuenta cuando acepté.

—Tendré que recurrir al plan B —murmuro.

La puerta del cuarto de mi hermano está abierta. Él, como es usual, está estudiando entre montones de libros de texto. Hay algo que no me gusta de esto. La idea de que tarde o temprano Tae Min pase por lo mismo que yo...

No, no pasará. Él es distinto.

Toco la puerta abierta con mis nudillos para llamar su atención. Mi hermano alza la vista hacia mí. Tiene puestos sus lentes de lectura, hacen que se vea mayor.

—Necesito pedirte un favor —explico, él me mira confundido.

—¿Qué cosa?

—Quería saber si puedes prestarme ropa cómoda para jugar baloncesto.

Tae Min parpadea, pone cara de haber escuchado mal. Probablemente piense: «No hay forma de que haya dicho lo que creo que escuché». No lo culpo, jamás me han gustado los deportes en general, a diferencia de él, que incluso es parte del equipo de fútbol de su escuela.

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