Capítulo Diecinueve.

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Viernes, 11 de enero del 2019

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Viernes, 11 de enero del 2019.

Tomo el primer autobús que pasa al salir del trabajo, ni siquiera pienso en ir a casa a cambiarme, estoy muy emocionado por verla. Min Su me escribió para que fuera a acompañarla, ya que sus padres volvieron a salir de viaje. Estuve ansioso porque mi turno en la cafetería terminara.

Llego a la puerta de su casa y me tomo un momento para respirar y relajarme, que no se note mi emoción, la cual de por sí es muy obvia. Toco el timbre, en unos segundos aparece, usando un suéter rosado y su cabello recogido en dos coletas. Inevitablemente sonrío, la extrañé mucho.

—¿Ese es tu uniforme del trabajo? —pregunta, me da espacio para entrar.

—Así es —digo, señalo mi camisa blanca y chaleco negro.

—Te queda bien, te hace ver elegante —intenta reprimir una sonrisa y cierra la puerta.

El gato blanco me recibe restregando su cabeza en mis piernas. Lo levanto con cuidado y lo cargo entre mis brazos. Puedo sentir sus ronroneos. Min Su nos mira con ternura.

—Se ven tan adorables —ríe—. Quédate así, les tomaré una foto.

Sonrío con timidez para la cámara mientras acaricio a Min Ho detrás de las orejas. Ella hace un gesto con la mano para indicar que ya la tomó.

—Tae Joon —suelta, juega con las puntas de su cabello—, supe que saliste con Soo Bin.

—¿Ah, sí? —pregunto, algo extrañado pues había olvidado por completo contárselo. Quizás Yeon Gi se lo comentó.

—Sí, lo vi en su Instagram.

Oh, tiene sentido. Siendo honesto, solo uso esa aplicación para ver lo que sube Min Su.

—Ah, bueno, no lo sabía —admito—. Fue gracioso —suelto una risa, ella me mira con obvia confusión—. Es que yo no sabía que era una cita hasta que ella lo dijo... Ahora que lo pienso, fue la primera vez que rechazo a alguien...

—¡Oh! —se ríe con vergüenza—. Pensé que ella... te gustaba.

—¿Soo Bin? Apenas la conozco. —No puedo evitar reír—. A mi amigo Chan Yeol sí le gusta, o eso dice. La vio dos veces en la cafetería y... Oye, creo que Min Ho se durmió en mis brazos.

Min Su se acerca y pasa la mano por la cabeza de su gato. Se ríe suavemente, alza la mirada hacia mí. Su proximidad hace que mi corazón lata más rápido.

—Ven, acompáñame.

La sigo, subo las escaleras detrás de ella. Nunca había estado en esta parte de la casa. Hay varias puertas cerradas en el piso de arriba, entre ellas una resalta por tener un póster de una banda pegado en ella. ¿Acaso...? Min Su empuja la puerta y me invita a pasar.

Definitivamente estoy en su habitación. Las paredes están pintadas de rosado claro, cubiertas de forma parcial por más pósteres de bandas. Hay un escritorio con una portátil descansando junto una lámpara, un librero repleto de libros y decorado con pegatinas, una mesita de noche donde se encuentran algunas fotografías enmarcadas, un tocador, una cama grande y una pizarra de corcho pegada junto a la puerta.

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