Capítulo Trece.

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Jueves, 27 de diciembre del 2018

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Jueves, 27 de diciembre del 2018.

—Tae Joon... ¿Me estás escuchando?

Chan Yeol agita su mano frente a mi rostro para captar mi atención. Sacudo mi cabeza, sin querer me quedé soñando despierto en el trabajo.

—Perdón, ¿qué decías?

Él suspira, en la cafetería sólo estamos los dos; es uno de esos días en los que hay pocos clientes.

—¿Qué te tiene tan distraído? Has pasado todo el día con la mirada perdida —indaga al mismo tiempo que le da pequeños golpes a la caja registradora con el lápiz.

—Sigo pensando en la fiesta... y en Min Su.

—Eso lo explica —dice con una sonrisa ladeada—. Dime, ¿aún estás seguro de que no te gusta?

—Yo...

El sonido de la puerta abriéndose me interrumpe, ambos nos levantamos para atender al cliente.

La chica que acaba de entrar es Sung Soo Bin, la misma que conocí en la fiesta un par de días atrás. Tiene puestas unas botas que llegan a las rodillas y un vestido azul con una chaqueta por el frío. Al verme sonríe como si no nos hubiéramos visto en años.

—¡Jeon Tae Joon! No esperaba volver a verte tan pronto —exclama y se acerca al mostrador—, ¿aquí es donde trabajas?

—Ah, sí. Aquí es —respondo, miro a Chan Yeol, que no deja de observar a Soo Bin en silencio—. Él es Kim Chan Yeol, mi compañero.

—¡Mucho gusto! Soy Sung Soo Bin.

Chan Yeol responde su saludo con timidez, algo impropio de él. Tomamos su orden y continuamos con el trabajo de todos los días. Ella se sienta y garabatea cosas en un cuaderno mientras toma su caramel macchiato. Verla me hace pensar aún más en la fiesta y en el abrazo que me dio Min Su. Esa sola memoria me desestabiliza por completo, me tiene más distraído que de costumbre. No comprendo lo que estoy sintiendo por ella, son emociones que no había sentido en mi vida hasta ahora.

Todo lo que recuerdo de la fiesta es a ella. Su sonrisa, su tacto y ese abrazo. Sólo pensar en ese instante... No, estoy en el trabajo. No es momento para soñar despierto.

Chan Yeol levanta la vista de vez en cuando hacia ella; se comporta muy extraño, jamás lo había visto así. Al cabo de un rato Soo Bin termina su café, se despide de nosotros para irse, dejándonos solos de nuevo.

—Creo que me enamoré —murmura.

—¿De Soo Bin? —cuestiono—. Pero..., acabas de conocerla.

—¿Acaso no has escuchado del «amor a primera vista»?

—Está bien —dejo salir una risa—, ¿y entonces por qué no le hablaste?

—No lo sé, me asusté. ¡Es tan hermosa! Y está fuera de mi alcance.

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