Capítulo Cuatro.

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Sábado, 3 de noviembre del 2018

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Sábado, 3 de noviembre del 2018.

El día siguiente, después de que Park Min Su me invitara a conocer a sus amigos, volví a hablar al respecto con Chan Yeol.

—¿Qué tiene de malo? Sus amigos no te comerán ni nada por el estilo —contestó despreocupado, apoyado junto a la ventana de nuestro salón de clases.

Suspiré; al igual que varios de nuestros compañeros nos quedamos en el salón a la hora de comer. Había algunos grupos pequeños de chicas murmurando entre ellas. Yo estaba sentado de espaldas a la ventana en mi asiento. Rasqué mi nuca y negué con la cabeza.

—Apenas pude mantener una conversación con ella en persona —expliqué—. No creo que pueda con tres más. Ni siquiera sé si logre hablar con ella el sábado sin... hacer... pausas... así...

Chan Yeol se rio, a él se le da mejor socializar que a mí, aunque en la escuela no tiene ningún amigo. De todos nuestros compañeros nosotros somos los únicos que estamos siempre solos, los demás suelen actuar como si no existiéramos. En mi caso creo que se debe a mis nulas habilidades para mantener una conversación. Antes, durante el primer año de secundaria, solían molestarme bastante. Cuando papá lo supo, me enseñó a defenderme. Desde entonces me dejan quieto, solo me hablan para pedir ayuda en las clases. En el caso de Chan Yeol se debe a que los demás se burlan de él por su peso y su actual situación económica. Es una lástima; desde que nos conocimos tengo una buena impresión de Chan Yeol, pero ahora que estamos hablando más me doy cuenta de lo divertido y agradable que es estar con él.

—Todo va a salir bien —aseguró—. Dijiste que has estado hablando con ella por una semana; si logró hacer que le hablaras tantos días seguidos no creo que debas preocuparte por eso. —Inevitablemente solté una risa—. Y dales una oportunidad a sus amigos, puede que te caigan bien.

Recuerdo sus palabras de aliento para animarme; estoy algo ansioso. Busco en mi armario algo que usar para ir a verla. Tengo tiempo de sobra, pero quiero salir temprano de casa para asegurarme de llegar a tiempo.

Con Tough Cookie sonando en mi teléfono, saco mi sobretodo marrón, mi suéter cuello de tortuga negro y mis jeans negros. Acordamos vernos en una cafetería cercana a la playa. Resoplo. Estará esperando una respuesta a su sugerencia de conocer a sus amigos. Todavía no lo he decidido, solo le doy vueltas a la idea.

Me pongo los aretes, veo la hora en la pantalla de mi teléfono. Lo mejor es que me vaya en este momento. Salgo de mi habitación a ponerme los zapatos en la entrada.

—¿A dónde vas esta vez?

Papá está sentado sólo en el sofá, descansando en su día libre, con una taza de café en la mano.

—Yo... voy a ver a alguien —confieso.

Se queda quieto, en silencio, con la mirada fija en mí. Me mantengo en mi lugar, esperando una respuesta.

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