Capítulo Treinta y cinco.

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Lunes, 4 de febrero del 2019

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Lunes, 4 de febrero del 2019.

—¿Así que ya estás en casa de tus abuelos?

—Así es, aquí están todos mis familiares —la oigo suspirar desde el otro lado de la línea—, son demasiadas personas y todas mis primas me hacen preguntas sobre ti —Dejo salir una carcajada—. ¿Tú te vas hoy?

—Sí, ya tengo todo listo —afirmo, me echo hacia atrás hasta acostarme en la cama—. En unas horas saldremos.

—Nos veremos cuando termine el Seollal, ¿cierto?

—Claro que sí, iré a verte... y te be-besaré por cada vez que quise hacerlo y no pude.

Min Su se queda en silencio por unos instantes.

—¿Por qué sigues tomándome desprevenida? ¡No es justo! ¡Vas a hacer que me sonroje y mis primas me hagan más preguntas!

Me río de su reacción, aunque decir eso también causa que mi rostro esté tan rojo como un tomate, pero no necesita saber eso.

—Lo siento —digo entre carcajadas, la escucho resoplar.

—Ya debo irme. ¡Escríbeme cuando llegues! ¡Y tómate muchas fotos con tu familia!

—Lo haré, te lo prometo —sonrío, aunque ella no pueda verme.

La casa de nuestra abuela es como las casas antiguas que se ven en los dramas históricos, pero un poco más moderna gracias a arreglos que pagó mi tía. Está ubicada en el campo, aquí solía vivir papá antes de mudarse a la ciudad para asistir a la universidad, y aquí nos criamos Tae Min y yo cuando estábamos muy pequeños. La tía Yu Ri ya está adentro, junto a su esposo y nuestros primos.

Entro detrás de papá y Tae Min. Nuestra abuela nos recibe con abrazos, dice que hemos crecido mucho en los últimos meses. Papá abraza fuerte a su hermana, quien se queja con él por despeinarla, y saluda al señor Choi, el esposo de Yu Ri.

Después de dejar mis cosas en la habitación lo primero que hago es sentarme frente al viejo piano vertical de la sala. Pruebo todas las teclas para asegurarme de que aún funcionan y de que esté afinado. Mi abuela lo ha mantenido limpio y en buen estado desde que mi abuelo falleció, aunque yo sea el único de la familia que sabe tocar.

—¿Qué le pasó a tu mano, hijo? —pregunta mi abuela.

—Ah... Es una larga historia. Para resumir, tuve una pelea con otro chico —explico mirando los moretones en mi mano. Cubrí los de mi rostro con ayuda de papá y Tae Min con maquillaje, como sugirió Min Su.

—¿Una pelea? —Asiento, avergonzado—. Me recuerdas tanto a tu padre. —Ella niega con la cabeza—. ¿Podrías tocar algo para mí? —pide, arrastrando un banquillo para sentarse a un lado del piano.

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