Capítulo Treinta y siete.

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Viernes, 8 de febrero del 2019

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Viernes, 8 de febrero del 2019.

Salimos de la cafetería al terminar nuestro turno. El reflejo del intenso sol en mis lentes me molesta, entrecierro los ojos para que no me deslumbre. Chan Yeol y Soo Bin se toman de la mano, él le da un beso en la mejilla. Vaya, no les molesta estar en público.

—Voy a acompañarla a su casa —anuncia—. Por cierto, recuerda visitarme de nuevo, ¿está bien? A Do Jung le gustan las visitas del «señor cursi».

—Está bien —contesto entre risas—. Nos vemos.

Ambos se despiden de nosotros y se van. Min Su y yo permanecemos parados frente al local, junto a su auto.

—¿Quieres hacer algo hoy?

—Me encantaría... pero tengo un compromiso.

Ella se sorprende.

—¿Un compromiso? ¿Con quién?

—Te lo diré cuando termine.

Se cruza de brazos, hace un intento de puchero. Se ve adorable.

—Apenas llevamos un día de novios y ya tienes secretos —se lamenta de la forma más dramática posible.

—Tranquila —inevitablemente suelto una carcajada—, te prometo que te lo contaré cuando ya haya terminado, así te diré todos los detalles. Vamos, no te enojes.

La abrazo, aunque haya personas en la calle mirándonos. Min Su rodea mi torso con sus brazos y apoya su cabeza en mi hombro.

—Sabes que no estoy enojada —aclara—, pero me da curiosidad.

—Lo sé. —Me separo de ella para darle un beso en la frente.

Lo encuentro sentado frente a la playa, en el mismo lugar en el que estuve con Soo Yeon cuando nos encontramos por casualidad. Va vestido con un jersey beige, pantalones cortos y un gorro rojo. Suspiro, me paro a su lado sin decir nada. No quisiera estar aquí, preferiría salir con mi novia antes que esto, pero, como dicen: «la curiosidad mató al gato».

—Creí que no vendrías —murmura siguiendo con la mirada a un grupo de niños que corrían cerca de la orilla.

—Yo también lo creí —admito, el ríe en voz baja.

Tomo asiento, manteniendo cierta distancia con él, Ji Won se toma su tiempo para empezar a hablar. El cielo se ve hermoso, los rayos del sol hacen que el agua parezca anaranjada.

—Lo siento, Tae Joon... Soo Yeon tenía razón: cuando Min Su y tú se conocieron, ella no dejaba de hablar de ti, y eso no me gustó. Nunca quise que lo nuestro terminara, ella es una novia magnífica, pero yo soy un estúpido... Un estúpido posesivo e imprudente.

Desearía poder irme ahora, sin embargo, me da la fuerte impresión de que aún tiene más que decir.

—Cuándo te vi por primera vez no pude entenderlo, pensaba «¿Por qué él?». Eres distinto a lo que creía que le gustaba, ya sabes, chicos más imponentes... Pero no lo digo con mala intención.

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