|Capítulo 4: "Pensamientos Anhelante"|

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Stella Rose.

Media hora llevamos caminando, y lo sé porque el móvil de Dante me lo indicaba. En todo el transcurso habíamos podido hablar de cualquier tipo de cosa, lo que me hizo dar cuenta que lo que Dante me había dicho era cierto. La compañía era buena, me agradaba y durante los treinta minutos me he reído más que en toda mi vida.

— Stella, lo peor de todo es que no encontraba mi móvil para pedir ayuda. Y la mujer me estaba volviendo loco — reí a carcajadas mientras me contaba una experiencia con una chica mayor que él.

— Le hubieras dicho la verdad desde un principio — lo pensó por unos segundos y luego solo soltó una carcajada afirmando mis palabras.

—Tal vez, se hubiera puesto loca, pero al menos no le hubiera mentido — sonreí mientras caminábamos por una calle poco transitada — De seguro no acostumbras a un lugar como éste, pero ya que es el único abierto para divertirnos — se encogió de hombros pasando una de sus manos por la parte trasera de su cabeza.

— No te preocupes Dante, no está nada mal — el bar era cómodo y estaba habitado por personas con rostros totalmente humildes.

El pequeño bar al aire libre del que podías disfrutar sin necesidad de tragos exóticos, solo servía cervezas y tragos comunes. Las personas no le prestan atención ni a tu ropa, ni tampoco a si tienes dinero, me agradaba no solo por el ambiente fresco, sino porque tiene un ambiente de familiaridad extraño y cómodo.

— Siéntate, iré por unas cervezas — me senté en una mesa centrada metiendo mis manos dentro de los bolsillos de mi suéter.

El ambiente era tan único que me dejo muy claro que esta no sería la ultima vez que vendría, es el lugar perfecto para distraerse de todo. Dante volvió con un par de cervezas dejándolas en la mesa para luego sentarse frente a mí con su ceño fruncido.

— Oye, no sé si esto te sonará incómodo. Pero no quiero que haya malos entendidos — curiosa lleve mi cerveza hasta mis labios —  Te he halagado mucho, y es que en serio eres una mujer preciosa, pero no quisiera que pensaras que deseo tener algo contigo de las formas comunes. Solo deseo una amistad — le sonreí silenciosa.

— Dante, gracias por la aclaratoria. Me agradas — suspiró haciendo un mohín de alivio ante mi respuesta. Reí por lo bajo pensando que tal vez hubiera bromeado un poco con él.

— Que confortable es decir las cosas. La verdad es que pensaba que podrías... Ya sabes, pensar mal — Dante sonrió algo nervioso haciendo que un hoyuelo de formara en su mejilla dando un aspecto tierno.

Duramos unos minutos en silencio mientras la música tranquila e incitadora llegaba a mis oídos, hasta que decidí romper el silencio.

— ¿Hace cuanto trabajas en la casa Rousse? — mi pregunta hizo que entrecerrara un poco sus ojos.

— Hace dos años, un buen trabajo la verdad, los horarios son increíbles ya que los fines de semana me dan libres — sonreí empuñando el mango de la cerveza.

— Mi horario es un poco atareado — el rodo sus ojos divertido.

— Al principio siempre es así, es como un período de prueba, luego Adrián poco lo reduce.

— ¿Cuál es tu trabajo aparte de ser chófer — bebió de su cerveza con comodidad.

—Debo encargarme de la seguridad del cliente prioridad de mi jefe.

— Debes de tener muchos prestigiosos — río de nuevo divertido.

— La verdad, es que la única prioridad que he tenido eres tu Stella. Y aunque nadie ha querido darme detalles, entiendo que es mi trabajo — comentó tranquilo -— Esto es nuevo para mí Stella. Pero háblame de ti, no pareces griega — sonreí notando su forma radical de cambiar el tema. No le agradaba hablar el tema, y mi forma de indagar se esfumó.

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