Stella Rose
Se cruza de brazos haciendo que la pobre Circe se encoja molesta observándolo directo a los ojos. Miro confusa a las dos personas que se observan entre si con un odio palpable haciendo que todo me deje intrigada. Dimitrio no para de ver a Circe con ganas de matarla, sus ojos estaban oscuros y su enojo es inevitable, aunque la mujer lo observa con enojo es muy visible su miedo hacia él.
— Abre tu asquerosa boca de puta y dile a Stella lo que sabes de mí — espeta Dimitro y yo solo veo a Circe encogiéndose nerviosa mientras niega rápidamente sin dar un paso.
— Dimitrio, por favor — tomo su mano porque ya estoy cansada de las advertencias. Me mira enojado acercándose a mi pero no le bajo la cara.
— Cierra la boca Stella, y no te metas en esto — alzo aún más el rostro y tomo su mano para que rodee mi cintura.
— Sólo cállate y no intentes ocasionarme miedo porque conmigo ese tipo de cosas no funciona — lo tomo de la mano dejando a Circe en el bar y me lo llevo en dirección a la cabina principal bajo el yate y cierro la puerta tras mi espalda.
— ¡No vuelvas hablarme de esa maldita forma porque no eres nadie! — sonrío con ironía tomando de su camiseta. Es un completo mentiroso.
— Soy la mujer que te cojes y por ende quiero que lo hagas ahora — acerco mi boca a sus labios — no me interesa lo que dice Circe, y tampoco me interesa que sea prohibida para ti, mientras sepa que puesto tengo en todo esto, créeme que el resto me sabe mierda — mi sexo palpita y automáticamente mi subconsciente me grita con furia.
¡Mentiroso de mierda, sabes muy bien que te interesa hasta saber la hora en que nació!
Y estoy mintiendo, todo lo que dije es una auténtica mentira porque lo que dijo Circe me esta golpeando y desesperando, siento que cada vez las cosas se complican y necesito actuar con cautela si quiero saber con lo que estoy lidiando.
— Eres patética creyendo que no sé las ganas que tienes de saber quién soy, siempre iré un paso por delante de ti Stella Rose, eso siempre tenlo presente — asiento cuando me deja caer a la cama bajando la braga de mi bañador.
— Entonces alejalos de nosotros, solo seamos tu y yo Dimitrio, sin que nadie se interponga en nuestros anhelos y deseos. No quiero advertencias por parte de nadie, tampoco que te prohíban de mí... — murmuró pasando mi manos por su cuello para rozar mis labios con los suyos — si lo haces, te prometo que seré tuya por siempre —
Sonríe con malicia abriendo mis piernas para acariciar mis labios con su pulgar mientras sus ojos observan cada parte de mi rostro. Abro mis labios soltando un jadeo inevitable sintiendo su glande acariciar mi clítoris, deja de juguetear con mis labios y dirige su mano a mi cabello tomando un puñado obligándome a echar la cabeza hacia atrás mientras su boca succiona la piel de mi cuello, desliza su lengua y succiona mi lóbulo respirando en mi oído.
— Tú eres y serás mía, y cada vez que te observes en un espejo verás la marca que he dejado en ti y sin siquiera pedirtelo volverás a mí porque así te he creado muñeca — susurra hundiendo todo su miembro con fuerza haciendo que arquee la espalda en respuesta y sus dedos aruñan mi cintura ascendiendo a mis pechos pero no lo detengo.
— Eres un maldito — sonríe tomando mis piernas para girarme con rapidez y dejarme en cuatro sobre la cama.
— Soy el maldito hombre que te coge como una bestia y tu no te opones a eso — no respondo porque tiene toda la razón, dejo que me embista mientras grito ante la desgarradora sensación de su miembro hundirse por completo.
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Entre Llamas Internas ✔1
RomanceMiradas lascivas lograban encender cada parte de mi cuerpo. Era prohibido, ilícito e limitado para mis deseos. Aún así, me excitaba. Yo era cenizas... Y en el momento en que tomó mi cuerpo, comencé a arder con codicia. Porque una vez que pruebas l...