|Capítulo 56: "Invitación"|

604 41 3
                                    

Stella Rose.

Despierto viendo la luz de la lámpara encendida y la vibración de un móvil en la mesita de noche interrumpiendo mi sueño. Suspiro cuando me levanto y siento una leve incomodidad en mi muñeca pero la ignoro cuando veo la pantalla iluminada con el nombre de Cy Spanos. Frunzo mi ceño porque por alguna extraña razón el apellido me resulta demasiado familiar aunque me cueste admitirlo. Tomo el móvil llevando mis dedos para descolgar la llamada pero simplemente se cae y es reemplazada por un mensaje.

Cy Spanos: "¡Te vas arrepentir de lo que estas haciendo, y voy a verte arder bajo el dominio que tendré sobre ti! ¡Nadie pasa por encima de mí y te lo voy a grabar en la maldita frente para que nunca se te olvide!"

Suelto el móvil con la pantalla emergente del mensaje y la dejo en la mesita de noche con rapidez cuando veo a Dimitrio entrar a la habitación con ropa casual y muy comoda. Solo lleva pantalones deportivos, unas sandalias de casa con medias, y una camiseta negra, me mira y se cruza de brazos escaneándome aun sentada en la cama y se me eriza por conpleto la piel al notar que observa mi desnudez y se relame los labios sentándose a mi lado.

- ¿Qué hora es? - le pregunto cuando el roce de sus dedos sobre mi mentón me desconcentra.

- Son las nueve de la noche - suspiro dejándome caer boca abajo por el siemple hecho de que no quiero verlo, ni mucho menos que se de cuenta de la forma en que finjo no quererlo.

Es tan difícil hacerte creer que no quieres a alguien cuando en realidad te mueres por gritarle a medio mundo lo que sientes. Claro que es imposible hacerlo cuando solo eres un juguete, una marioneta que es manipulada y que lo peor de todo este rollo es que yo me dejo caer en sus brazos una y otra vez como una auténtica masoquista. Noto los anillos en sus dedos cuando apoya su mano al lado de mi rostro y se inclina pegando sus labios a mi oído haciéndome estremecer exaltada por su fornido cuerpo presionarme a la cama.

- Deberías levantarte, la cena esta lista y no quiero que se enfríe - me comenta haciendo que mire mi cuerpo y le observe inquisitiva sintiendo sus labios sobre los míos mientras su expresión severa me da escalofríos.

Se levanta y retira las sábanas para que me levante y quede de pie enfrente de él. Toma una sudadera de color negra y me levanto semi desnuda enfrete de él. Respiro agitada porque estar así ante él es una clara demostración de que nuestro autocontrol es una mierda, sin embargo quede totalmente sorprendida cuando no miro mi cuerpo, solo me colocó su sudadera sin quitarme los ojos del rostro. Duramoa unos segundos así hasta que note que esto cada vez se me hace más extraño, sus ojos no transmitían nada y parecían verme de una poco extraña y muy poco conocida para mí. Alisa la sudadera pasando su mano por mis senos para dejarlas en mi cintura, el no aparatar su mirada me despera y comienzo a creer que tiene algun síntoma de alguna enfermedad.

- ¿Estas bien? - la pregunta sale de mi boca sin previo aviso mientras me guía el balcón.

- Yo me veo perfecto - responde indiferente haciendo que lo mire inquisitiva mientras me siento enfrente de él.

¿Es normal que alguien terriblemente seco te trate de esta forma tan... relajada?

- Pues no pareciera, ¿De verdad estas bien? - deja las copas de vino servidas y me mira severo.

- ¿Por qué debería estar mal? - inquiere y me encojo de hombros.

- Yo que sé, dime tú porque me tratas así - respondo y relame sus labios alzando sus cejas.

Entre Llamas Internas ✔1 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora