|Capítulo 9: "Despedida"|

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Dimitrio Sarris.


Stella se quedó dormida entre mis brazos lo cual me hacía respirar agitado observando sus senos desnudos subir y bajar. No podía de dejar de ensimismarme en su piel, y en sus labios mientras dormía.

Me sentía embrujado y lleno de tanta codicia en mi interior que solo me hacía enojar notando su pezón hinchado. Suspiré sacando mi brazo debajo de su cuello con cuidado de no despertarla. Soy un puto infierno para ella, pero la quiero conmigo cueste lo que cueste. Egoísta, soy muy egoísta pero me sabe a mierda porque desde que la vi supe que hasta no sentirme satisfecho con follarla no me iba a quedar inerte, porque yo la deseaba con frenesí, quería probarla.

Me erguí quedando sentado sobre la cama mientras colocaba la sábana hasta sus hombros, me levante de la cama colocando mi pantalón de pijama par después tomar mi móvil y caminar directo fuera de la habitación. Debí recalcar que me sorprendió que esta mujer no se retuviera ante mí, que mi pidiera follarla hacía sido algo muy desprevenido pero que no iba a rechazar a la ligera. Había pensado que Stella Rose se haría la difícil como la mayoría pero me he dado cuenta que no, ella tiene algo que me hace dudar incluso de mis gustos sexuales. No le gustan las ordenes, es provocativa, y tiene un carácter fuerte. Y nunca hace lo que las personas dicen sino lo que ella quiere.

Para tener solo días de haber hablando con ella, me di cuenta de que la estaba conociendo una personalidad con la que jamás había experimentado y la idea me dejaba pensativo.

- Buenas noches señor - suspiré viendo a uno de mis sirvientes cruzarse en mi camino - Ha llegado este sobre para usted hace unos minutos - me extendió un sobre blanco, cuyas letras en rojas revelaban que era confidencial.

- ¿Te dijo de donde proviene? - pregunte abriendo el sobre con expresión seria.

- Atenas señor Sarris, con permiso - caminé directo a la habitación pensando que aquel sobre solo podía ser de una persona lo cual se me hizo jodidamente extraño.

Saqué un papel leyendo los nombres de mis abogados seguido del titulo de la hoja. Una sonrisa se dibujo sobre mis labios mientras entendía porque se referían como confidencial, aunque ha llegado un poco tarde la noticia me ha dejado inquieto. Guardé de nuevo las hojas dejándolas sobre la cómoda mientras comenzaba a teclear un mensaje en el móvil.

- Dimitrio... ¿Qué hora es? - una voz adormilada y audible me sacó de mis pensamientos. Stella giró su cuerpo quedando boca abajo con un brazo bajo la almohada y el otro por encima. Una de sus piernas estaba estirada haciendo que su culo se alzara un poquito.

- Una de la mañana muñeca - gruñó abriendo sus ojos azules.

- Debo irme a casa - suspiró suave volviendo a cerrar sus ojos. Miré el móvil enviando el mensaje a mis abogados para luego dejarlo encima del sobre y caminar hacía la cama.

- Puedes quedarte si gustas Stella - afirmé notando que me observaba con su ceño fruncido.

- Me gustaría, pero le prometí a Agatha que volvería al departamento - comentó girando se nuevo su cuerpo observando que me posicionaba encima de ella - ¿Por qué estas enojado? - pregunto confusa.

- ¿Yo enojado? - asintió suave - Soy así muñeca - murmuré rozando mis labios con su clavícula.

- Deberías se sonreír un poco, pareces amargado y molesto con todo - comento con una voz suave y melódica lo cual me hizo grabar esas palabras en mi mente.

- Stella a mi no me importa sonreír para que las personas noten que me encuentro feliz - espeté firme notando su mirada incómoda - Mi felicidad es diferente a las demás personas comunes, si quieres que sonría lo hare pero solo cuando sepa que la sonrisa va dirigida hacia ti - resople con fastidio.

Sin conocerla, me di cuenta que le estaba dando mucha importancia a Stella, y que todo esto se me hacía peligroso y a la vez divertido. Lo que mas me sorprendía era el hecho de que mi juego durara poco, sabía que ella iba a caer en mis brazos una vez que la follara, pero no fue así como sucedió, había planeado muchas maneras de seducirla, de volverla loca de deseo para que se arrojara a mis brazos, iba a hacerla sufrir una frustración sexual hasta que no pudiera más, quería verla retorcerse y suplicarme que la follara. No obstante los planes cambiaron y ella le dio un giro completo a mi mente pero sobre todo a mi juego.

Lo había mandado a la mierda cuando la folle, y no me molesta, sino que deseaba mucho que ella me rogara. Sin embargo, no lo hizo.

- Me complace escuchar eso - sonrió mordiendo su labio con picardía.

- ¿Me deja continuar con mi despedida señorita Rose? - asintió colocando sus manos en mis hombros.

- Toda suya señor Sarris - jadeo cuando mis besos rozaron con su abdomen. Alzó su vientre a lo cual mis manos bajaron de nuevo el short y su tanga.

Esas cuatros palabras me incentivaron a besar su vientre plana. (Mierda, deseaba tanto esto) Mi nombre escapó de sus labios con agitación palpable, y sonaba muy divino, sus gemidos era un mezcla entre suaves y fuertes, a lo que en segundos se volvía un descontrol total. Flexioné sus piernas abriéndolas con rapidez dejando al descubierto una preciosa y rosada vagina, bien cuidada y con un olor a cremas de Dolce & Gabbana. Besé sus labios deslizando mi lengua entre ellos sintiendo su húmedo clítoris.

- ¡Humm! - gruño aferrando sus manos a la sábana mientras yo disfrutaba de un manjar exquisito recién salido del refrigerador.

Su saber era un mezcla dulce que se juntaba con la olorosa crema de mi ducha. Lamí, y succione su entrada sintiendo sus piernas temblar ante en contacto de mi boca, podría pasar toda la noche en esto sino fuera porque quiero follarla. Me separé de ella, subiéndome encima de ella posicionándome entre sus piernas, por primera vez no me importaba un polvo rudo, solo quiero hundirme en ella.

- No tengo condones Stella ¿Bebes anticonceptivos? - pregunté notando que asentía levemente.

- Implante, no hay ningún problema, solo hazlo - murmuró colocando sus manos detrás de mi cuello.

Me hundí en ella oyéndola gritar y me sentí aliviado de no tener ese molesto látex, estaba sintiendo lo caliente de su interior, y la sensación solo hacía que mi placer aumentara. Empecé a embestirla con rapidez porque maldita sea el deseo de eyacular dentro de ella me estaba controlando. Coloque una de mis manos sobre su ello para besar sus labios, mi lengua se deslizó por su boca sintiendo sus gemidos ser retenidos mientras mi mano apretaba su cuello y mis embestidas la volvían loca. Mordió mi labio inferior y lo retuvo con fuerza colocando sus pies en mis caderas. Deseo marcarla, deseo que cuando las personas la veas se den cuenta que me pertenece, sin embargo sería muy egoísta de mi parte. Entraba y salía de su interior con frecuencia, con molestia mientras sus piernas comenzaban a concebir una inquietud incontrolable.

- ¡Dimitrio! - su gemido en mi odio me advirtió que no iba a resistirlo mucho tiempo.

- Hazlo Stella - ordené y sonrió con sus ojos cerrados.

Su interior se contrajo, de su boca salió mi nombre con alteración, y sus piernas temblaron. Es tan estrecha que todo su interior se amoldaba a mi pene. Apreté aun mas fuerte su cuello sin llegar al punto de asfixiarla, sentía la necesidad de aferrarme a algo para llegar al orgasmo, y por eso me aferraba a su cuello notando que le agradaba y que la excitaba. Sonreí cuando me hundí mas profundo en su interior expulsando y todo en líquido espeso dentro de ella, suspiré calmando mi respiración para luego salir de ella y tumbarme a su lado.

- No creo poder salir de esta habitación si me follas de esta forma - reí colocando una mano en mi rostro.

- Acaba de descubrir mis intenciones señorita Rose. Que inteligente - sonrió sentándose sobre la cama recogiendo su cabello.

- Soy muy observadora Dimitrio, además para esto me trajiste a tu casa - fruncí mi ceño notando una sonrisa sarcástica.

- Eres increíble Stella - susurre perplejo entendiendo a lo que se trataba de referir.

- No lo soy Dimitrio - se levanto colocando su falda seguido de su tanga y el resto de su ropa. Se sentó colocándose sus tenis blancas para luego solo tomar sus cosas de la cómoda.

- ¿Solo te iras así, sin siquiera escuchar lo que debo decirte Stella Rose? - espete enojado subiendo mi bóxer y mis pantalones de pijama para luego erguirme y sentarme en la orilla de la cama.

- A ver Dimitrio - se giro con una expresión tediosa - Esto era lo que querías "hablar" conmigo. Ambos sabíamos que solo seria sexo, no le des mucha importancia ¿vale?

- No te confundas muñeca, si tengo que hablar contigo - sabía que si quería largarse podía irse como siempre hacía con las Ladys, sien embargo había algo que me enfurecía dentro de esto. ¿¡Por que maldita mierda estoy furioso?!? ¡Si se quiere ir que se largue no le debo explicaciones!

- No digas excusas por Dios. Tu me deseabas, yo también. Pero no me creas estúpida porque no lo soy, te di lo que querías de mi, y se que ahora podrás dejarme en paz - ella no se encontraba molesta, estaba serena como si tratara de hacerme entender que todo paso porque así debía suceder.

¡El destino me puede besar el culo!

- Vale, entonces lárgate - frunció su ceño confusa - ¡Que te largues Stella! - grite enojada haciendo que ella diera un respigo agitándose.

Sin más que decir, camino con su móvil en mano desapareciendo de la habitación dejando furioso y obstinado de toda mierda. Estoy enojado con ella que si tan solo dejo que se quede se que va a salir lastimada. Estoy furioso de que insinuara que solo la había traído para follarla- Aunque no mentía en eso- Esta noche también había sido para dejarle claro lo que en verdad quería con ella.

- ¡Que se largue si tanto la desea! - exclame dándole una patada a la cómoda con furia - ¡Malditas mujeres hijas de puta! -

Me senté en la orilla de la cama pasando mis manos por mi cabello desordenado. Nunca he sido de rogar, me gusta que me rogen, y si no le gusta pues que se vaya a la mierda. No voy a cambiar lo que he creado. ¿Por qué me enoja tanto que se haya ido? Y lo mas importante, ¿Por qué sus palabras me ofendieron? Me confundía el hecho de que a pesar de todo lo que dijo se sintiera tranquila, que no le afectara lo sucedido, ya que a fin de cuenta ella me lo pidió, me rogó que la follara y mi cuerpo reaccionó a su petición desesperada. La complací, y fue cuando caía en cuenta de que ella nunca me busco... Sino que no yo siempre estuve detrás de ella por mis ganas de follarla, si tenía claro que esto lo quería desde el principio, pero ahora siento la necesidad de querer aferrarme a su piel a pesar de haber sido un puto acosador sexual.

Aunque quiero no darme mucha importancia a esa mujer, lo seguía haciendo. Dejé caer mi cuerpo sobre las sábanas observando el cielo raso.

- Me estas confundiendo Stella - musite furioso apretando con furia la sábana - Vas a llegar a mí sea como sea -

***



¡Feliz Jueves a todos las pocas personas que leen esta historia!❤

Sé que todo esto es confuso pero a medida que vayan llegando mas capítulos entenderemos su enojo😊

Espero que les haya gustado, los d
quiero 🥰💖

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