|Capítulo 65: "Reclamos"|

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Dimitrio Sarris

Juego con el bolígrafo entre mis dedos viendo por la ventana a mi lado mientras el papel yace en la mesa de vidrio la cual me hace suspirar con pesadez mientras noto que me quedo ensimismado leyendo el papel detenidamente. Leyes, malditas leyes me obligan a detener toda una jornada llena de excesivas cantidades de dinero que van a entrar al negocio pero que casualmente fueron retenidos en una de las embarcaciones de la agencia italiana de autos.

No es una casualidad porque durante años no había tenido problemas con importar los autos, y justamente hoy sucede eso y a plena horas del día.

— La aduanas quiere dinero a cambio de la mercancía — me contesta uno de los hombres mientras veo la hoja con la cantidad que están pidiendo.

— ¿Cuántos autos? — pregunto y lo veo tragar saliva incómodo.

— Se trata de diez autos señor... — frunzo mi ceño cuando ojeo de nuevo las letras y diviso la petición que estan esperando, recibo fotos y videos de la condición de los autos y todo lo coloco sobre el escritorio.

— No pienso dar mi dinero a esos idiotas, fichalos pero quiero mi mercancía en el concesionario esta misma madrugada, y envíale un mensaje a Cy con esos imbéciles — respondo y el hombre no duda en asentir saliendo para cumplir con mi petición, dejo caer mi espalda en la silla y maldigo cuando noto que el desgraciado quiere meterse en mis negocios.

La luz de la luna entra por la ventana y vuelvo a maldecir furioso. Las cosas en el Turf no fueron mal, las ganancias aumentaron y la construcción de la escuela primera empezó esta misma tarde sin embargo, eso no es lo que molesta. Que quiera meter sus narices en mis negocios me deja saber que va a joderme de alguno u otra forma si no hago caso a su petición la cual me impirta una mierda. No sé a que viene tanto querer mantenerme alejado de ella si sabe que eso es imposible porque mis deseos siempre han estado por encima de cualquier impedimento.

Stella...

La mujer que me llena de tantos problemas viene a mi mente y me hace resoplar con tediosidad. No le voy a echar la culpa porque no la tiene, yo la busque y yo la traje hacia mi porque la anhelaba, yo la encontre y ahora es mía. Haberla dejado me deja frustrado porque ahora en estos momentos es en donde necesito sentir el calor de su cuerpo y esos labios carnosos sobre los míos.

Entro al móvil y me permito ver su ubicación para asegurarme de que este en su departamento y no me haga cometer ninguna locura en este preciso momento. El punto rojo me deja claro que esta en la residencia y paso una mano por mi barbilla confuso para luego cerrar los ojos y seguido redactar las repuestas de los clientes insatisfechos por la nueva mercancía, más problema todavía porque la mercancía es de calidad, y en muy buen estado y me salen con esta mierda que solo me hace enfurecer aun más.

Golpeo el escritorio y maldigo en voz alta sabiendo que mi manera de actuar no es la correcta pero que las soluciones que quiero emplear tampoco son las mejores. Me siento atado de manos, queriendo actuar de manera impulsiva pero también querer arruinar cada uno de mis planes solo para tenerla a ella a mi lado como tanto lo he anhelado desde que supe de ella y las magníficas cosas que hace me quede mas convencido de que es mía y nadie va a poder quitarmela. Sonrío pasando mi lengua por mis labios mientras veo a la figura alta con el cabello claro y barba incipente observarme con serenidad mientras pasa una mano por su rostro demostrando cansancio, se quita los lentes y frota sus ojos sentándose enfrente de mí.

— No entiendo porque haces todo esto Dimitrio, y estoy cansado de no tener una respuesta — me entrega fotos y un expediente sobre el escritorio — El expediente de la rubia desaparecida, y en el que llevo trabajando desde que se dio la orden de ejecutarla —

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